Las cosas bellas y placenteras de la vida, son completamente gratis, pues su valor radica en la forma como las vemos y las sentimos.
¿Qué cosas? ¡Muchas! La sonrisa de un niño, el abrazo de una madre o el beso de la persona amada, caminar por la playa, contemplar un bello paisaje, estrechar la mano de un amigo que te comprende y te consuela en momentos difíciles, un paseo por el parque, el aroma de las flores, el trinar de los pájaros, escuchar una bella melodía y muchas más que sería interminable mencionar. Sin embargo, muchas personas las ignoran y sólo ven el lado oscuro de la vida.
Cuando a los ricos, poderosos o exitosos les agobia una penosa enfermedad, renunciarían sin vacilación a sus riquezas, su poder y sus logros a cambio de recuperar la salud perdida, la cual es nuestra mayor riqueza, pero que muchas veces la descuidamos por andar en búsqueda de la felicidad a través del dinero que anhelamos con tanto ahínco, como si fuéramos a vivir eternamente.
Pero los humanos somos seres perecederos, y por lo tanto, tan solo usuarios por un corto tiempo de las posesiones que, después que emprendamos nuestro viaje a lo desconocido, pasarán a otras manos.
Es bueno aspirar a vivir decorosamente, pero no pretender poseer fortunas fabulosas las cuales, muchas veces, en lugar de brindar felicidad, esclavizan.
José M. Burgos S.
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