José Revueltas rompe con la intelectualidad progress en el 68

Por Mario Héctor Rivera Ortiz

México DF, 19.10.12.

Antes que termine el mes de octubre del presente año es saludable y útil para las nuevas generaciones de estudiantes y otros luchadores sociales, recordar a José Revueltas por sus obras y sus palabras para comprenderlo mejor.

Específicamente ahora hay que rememorar el día en que rompió con la intelectualidad liberal universitaria, el dos de septiembre de 1968 porque fue un acto emblemático del movimiento de masas mexicano de esos años y sin embargo ahora poco recordado.

En la madrugada de esa fecha Revueltas, en nombre del Comité de Intelectuales, Escritores y Artistas (CIEA) creado para ayudar al Movimiento Estudiantil, enjuició con todo rigor científico y valor personal el IV Informe del presidente Gustavo Díaz Ordaz al Congreso de la Unión y por añadidura, el primero en dar la voz de alerta frente a la amenaza gubernamental de usar al ejército para reprimir al estudiantado y en recomendar un repliegue del Movimiento hasta que pasara la XIX Olimpiada.

Ciertamente, siete días después el rector llamó también a un repliegue pero Javier Barrios Sierra, llevó la propuesta hasta el levantamiento de la huelga.

José Revueltas dejó claro en su “Resolución” los siguientes puntos:

1. Que el IV Informe falsificaba la verdadera naturaleza política del Movimiento y tergiversaba su forma pacífica con el fin de impedir la transformación radical y profunda, política y social, de México.

2. Que la contrapartida política, ideológica y social que el Movimiento representaba fue puesta de manifiesto, desde el principio, por una simple lucha por las libertades ciudadanas.

3. Que el miedo del gobierno no era que el Movimiento saboteara la Olimpiada, sino a todo lo que representaba como denuncia e impugnación social.

4. Que el Movimiento jamás se salió del régimen constitucional, sí en cambio, el Estado burgués mexicano.

5,- Que el IV Informe convertía a la persona del Ejecutivo “en la representación intangible y por encima de toda critica, de la patria, la nación, y por si esto fuese poco, del territorio mismo del país”, y

6. Dirigiéndose directamente al Ejecutivo, terminaba su “Resolución” con las siguientes palabras: “Tenga la seguridad el señor Presidente que no nos ofreceremos a que, cuando lo juzgue necesario, nos convierta en carne de cañón”.

Por otra parte, Revueltas fue de los pocos escritores que caracterizaron al Movimiento como parte de un proceso socialista y no sólo democrático, como lo hacían y lo siguen haciendo los ideólogos reformistas.

Dos días después que José Revueltas leyó esa “Resolución” corrió la noticia de que ante sus palabras el Comité de Intelectuales, Escritores y Artistas, en pleno, tembló de miedo y el delegado Revueltas al CGH fue desautorizado en un documento firmado por los señores Sergio Mondragón y Jaime Shelley.

En respuesta José Revueltas renunció al Comité en un documento que más allá de las denuncias sobre irregularidades formales en cuanto al manejo del asunto por parte de Mondragón y Shelley, se evidenciaba una discrepancia abismal entre él y el resto del Comité. Los intelectuales querían crítica pero sólo tantita, Revueltas exponía la verdad política clara y directamente en su “Resolución”. Se trataba, pues, de las diferencias habituales entre un comunista revolucionario y un grupo de intelectuales liberales, enemigos de todo maximalismo.

Ello obligo al escritor a renunciar al CIEA, y a refugiarse el Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía para seguir participando en el Movimiento.
Apenas dos meses más tarde, José Revueltas ingreso a la crujía I de Lecumberri, como uno más de los centenares de presos políticos que hizo la represión gubernamental.