Archivo de julio 2016

28
Jul
16

Una épica vulgar


Foto: Agus Suganda

 

 

A estas alturas ya no se puede discutir demasiado acerca de la vital importancia que tiene la construcción de un relato compacto e inteligente que acompañe permanentemente a la gestión de gobierno.

Se sabe que los resultados efectivos de la política práctica no dependen, exclusivamente, del discurso que se logra edificar, pero es bueno asumir que sin él, es difícil darle sustentabilidad a la cotidianeidad.

El populismo ha sido muy astuto y fue capaz de influir lo suficiente en el lenguaje como para que muchas palabras tengan ahora un significado diferente. Esas acepciones hoy son totalmente aceptadas por todos como si fueran verdades reveladas y prácticamente no admiten discusión alguna.

Esos gobiernos demagógicos han fracasado sistemáticamente, y los que aun resisten a duras penas, solo logran destruir a sus comunidades día a día, empobreciéndolas cada vez más y llenándolas de odio indefinidamente.

Sus políticas han sido y son nefastas, pero buena parte de su prolongada existencia tiene que ver con esa dinámica de haber convertido cada determinación en una epopeya irremplazable que transmite vivencias como si se tratara de un reto enorme con una secuencia interminable de victorias.

Claro que todo ese engendro termina invariablemente mal, pero no porque no hayan conseguido imponer su discurso, sino porque los hechos finalmente se han precipitado desnudándose la falsedad argumental frente a lo irrefutable que plantean los propios acontecimientos.

Es tan potente esa narración política, que buena parte de la sociedad termina concluyendo que son los protagonistas los que eventualmente decepcionan y no sus políticas. Asignan toda la culpabilidad a meros errores instrumentales y a la presencia de ciertos personajes corruptos que desdibujan todo lo positivo y arruinan el supuesto éxito de esas ideas.

Esa visión ideológica sobrevive gracias a un giro de ese mismo relato, que convierte a los verdaderos delincuentes e ineficaces gestores en víctimas de la persecución política y héroes expulsados por los grandes poderes económicos que rigen los destinos del mundo.

Nada de eso va a cambiar demasiado en el corto plazo. La izquierda, el socialismo en todas sus formas, se reinventará, como tantas otras veces mutando para sobrevivir eternamente y volver de nuevo a la escena.

Lo que no es aceptable es pretender contrarrestar esa estudiada estrategia con la infantil idea de recurrir al vaciamiento ideológico, apelando siempre a esa visión tecnocrática de la política, que ha demostrado su fugacidad.

Los gobiernos necesitan tener su propia épica, con una línea argumental sólida, con suficiente contenido, que explique pormenorizadamente los motivos por los cuales debe recorrerse el camino seleccionado.

No se trata de edificar retorcidas miradas repletas de racionalidad sino, muy por el contrario, de darle un hilo conductor al discurso, con altísimas cuotas de emotividad, que permitan que la sociedad haga propia esas ideas y se involucre en ese proceso con compromiso y convicción.

Deben existir allí motivos reales, razones suficientes, justificaciones contundentes que le brinden soporte. Pero esa matriz intelectual, sin contenido emotivo no tiene futuro alguno y es por ello que para ser exitoso en el proceso se deben contemplar abundantes dosis de estos ingredientes.

El horizonte siempre es complejo. No son estas ciencias exactas. Se trata de personas, seres humanos con experiencias y percepciones anteriores que condicionan su modo de visualizar e interpretar la realidad.

La tarea no pasa por mentir, ni tampoco por falsear los hechos. Eso no solo sería tramposo y deshonesto, sino que violaría los principios éticos elementales que solo consolidan el desprestigio de la política.

Lo relevante es darle trascendencia superlativa pero ya no a la acción específica de un gobierno, sino a sus esperables consecuencias favorables y a los innegables impactos positivos que son el fin último de cada decisión.

Los gobernantes no deben desarrollar acciones en la búsqueda del infaltable aplauso vacío y el elogio superficial de los aduladores de siempre. Tampoco deben intentarlo como único medio para sumar votos, sino porque comprenden, que la política brinda una excelente oportunidad para dejar un legado, para marcar una huella, esa que seguirán los que vengan atrás.

Si realmente los que detentan el poder, creen férreamente en su visión, están convencidos de que lo que plantean es lo necesario para la sociedad, pues entonces deben nutrir de significativos contenidos a su discurso.

No sirve de mucho gestionar bien, ni tampoco hacer lo correcto si no se logra articular complementariamente una narrativa creativa, movilizadora, desafiante que invite a la sociedad toda a sumarse de un modo responsable a esa ambiciosa labor de cimentar los pilares de un porvenir mejor.

Algunos gobernantes parecen no haber entendido esta lógica tan esencial. Siguen confiando únicamente en sus propios talentos e ignoran deliberadamente ciertas consignas universales de la política. Están persuadidos de que «haciendo» alcanza y es por eso que insisten en su tesitura y recurren nuevamente a una épica vulgar.

Alberto Medina Méndez

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08
Jul
16

LA INTERNACIONAL JUSTICIALISTA

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Para no repetir el pasado

En 1955 Perón es derrocado del gobierno constitucional argentino. Debió recorrer un gran periplo en su exilio hasta llegar a España. Desde ese momento no hubo día en su vida que no pensara en volver a su Patria querida.

Probablemente más de una vez ha pensado en la figura de Juan Manuel de Rosas, de su exilio en el extranjero, de su derrota y muerte en tierras lejanas. La de José de San Martín que tiene que retornar a Europa ante el temor de ser asesinado. Y de seguro, la imagen de Napoleón Bonaparte, quien desafía al enemigo inglés para regresar a Francia…pero podrá evitar un Waterloo?. Morir en España o regresar a la Argentina…

Los acontecimientos se precipitan en nuestra América. Los angloamericanos van comprendiendo de los abusos y errores que cometieron en estas tierras. El marxismo se va expandiendo y las oligarquías regionales responden con violencia generando aún más violencia. Muchos creen que con el retorno de JUAN DOMINGO PERÓN el comunismo retrocedería. Y Argentina entraría en un proceso de paz y entendimientos

El problema es que las oligarquías no quieren un sindicalismo fuerte, una clase trabajadora con derechos, hasta les suena a herejía eso de Justicia Social. Y segundo, para los soviéticos, junto a sus aliados cubanos, el regreso de Perón resultaba un retroceso para sus planes imperialistas. Ellos no respetan nuestra autodeterminación de Liberación Nacional. Lo quieren muerto.

En Argentina nadie parece reaccionar ante la “trampa” que está por precipitarse y que dará comienzo a la más trágica de las represiones en un nuevo ensayo para corregir y disciplinar al pueblo trabajador peronista y romper con la capacidad movimientista y movilizadora del Sindicalismo. Los otros quieren una patria socialista, sin importar los medios. Los extremos se tocan.

Esto no es nuevo…hagamos historia.

Las Invasiones inglesas. Invasión, ocupación o intervención? Los ingleses desembarcan en Bs.As. No están solos, tienen a sus servicios informantes y agentes que colaboran con ellos y que no los abandonan durante el tiempo en que son prisioneros, luego de ser derrotados por Liniers.

No es una invasión impulsiva o una ocupación al azar. Inglaterra interviene porque cree que van a encontrar una población que les agradecerá por ser liberados del yugo español. Al comienzo así lo creen, puesto que el patriciado criollo agasaja al invasor. Pero la realidad es muy distinta, como dice Manuel Belgrano “queremos al viejo amo o a ninguno”. Martín de Alzaga, junto a otros comerciantes, son los principales perjudicados con la política de libre comercio que establecen los ingleses. Comienza la liberación.

Años más tarde dirá el Gral. inglés Whitelocke «esperaba encontrar una gran porción de habitantes preparados a secundar nuestras miras. Pero resultó ser un país completamente hostil.» Debemos agregar que, los ingleses instalan en Bs.As. una logia masónica denominada SOUTHERN CROSS, a la que se afilian, entre otros, Saturnino Rodríguez Peña, Manuel Aniceto Padilla y Juan de Dios Dozo, este último ingresa a pedido de Alzaga para espiar las actividades de la misma.

Padilla y Peña son los que planean la fuga de los prisioneros ingleses. Y el mismo general inglés, William Carr Beresford, por los actos heroicos prestados a su Majestad, gestiona ante la corona inglesa una pensión vitalicia para cada uno de ellos.

A lo largo de estos 200 años se viene repitiendo la misma historia: grupos de anti-argentinos conspirando a favor de los Imperio, liberales o marxistas. Nunca entendimos que solo quieren nuestros recursos y no la felicidad de nuestros pueblos y el crecimiento de nuestras patrias.

La organización nacional. Federalismo argentino o centralismo inglés. Argentina no es una nación integrada, es un grupo de provincias unidas. Esto les da una experiencia de autonomía suficiente para rechazar todo intento de gobierno centralista. Pero algunos no lo creen así.

En 1820, Bernardino Rivadavia regresa de Inglaterra muy entusiasmado por las doctrinas económicas y políticas vigentes en la capital de la Revolución Industrial.

Pero la situación de las Provincias Unidas difiere enormemente de la europea. Aquí no hay industrias, ni una burguesía con ganas de aplicar las nuevas técnicas del progreso y mucho menos de arriesgar sus seguras ganancias ganaderas en «aventuras industriales». En definitiva, las ideas de Rivadavia de un liberalismo comercial no tienen por estas tierras base de sustentación en una clase dirigente conservadora y desconfiada de las novedades.

El 1821, siendo Ministro de Gobierno de Bs.As., lanza una reforma eclesiástica donde suprime los fueros eclesiásticos; confisca propiedades de las órdenes religiosas y entre ellos el santuario de la Virgen de Lujan porque «lo que ha resultado, comprobado es, que no rinde servicio alguno, y que no tiene más objeto que el culto de una imagen». Se crean instituciones que compiten en áreas de poder e influencia de la Iglesia; Rivadavia cree que no debe existir una Iglesia regida por el Papa, solo existen comunidades nacionales de fieles a los cuales el gobierno de cada país debe dirigir. En otras palabras, a fin de cumplir con los fines del estado nacional liberal y centralista, éste puede interferir en los asuntos de la religión católica a favor de sus propias políticas públicas. Se intenta desarrollar una institución religiosa similar al anglicanismo inglés.

El interior argentino hace sentir su clamor: religión o muerte.

Rivadavia suprime los Cabildos, y con ello le da el tiro de muerte al federalismo. Lleva adelante una elitista reforma electoral que incluye el sufragio universal, teniendo derecho al voto todos los hombres libres nativos del país mayor de 20 años, pero sólo pueden ser elegidos para los cargos públicos los ciudadanos mayores de 25 «que poseyeran alguna propiedad inmueble o industrial».

Al respecto dirá el Cnel. Manuel Dorrego «…Y si se excluye (del voto) a los jornaleros, domésticos y empleados también ¡entonces quien queda? Queda cifrada en un corto número de comerciantes y capitalistas la suerte del país. He aquí la aristocracia del dinero, hablemos claro, el que formaría la elección sería el Banco, porque apenas hay comerciantes que no tengan giro en el Banco, y entonces el Banco sería el que ganaría las elecciones, porque él tiene relación con todas las provincias».

Por iniciativa de Rivadavia, el gobierno contrata, en 1824, un empréstito con la firma inglesa Baring Brothers por un millón de Libras. Entre descuentos por comisiones, gastos de emisión y varias cuotas adelantadas solo llegaron 570.000 libras. Este empréstito no se destinará a la construcción de obras públicas como se había previsto. Se dilapidó en gastos improductivos. Los gobiernos que siguieron no pueden cumplir con los intereses. En 1837, después de un acuerdo de refinanciación, se reconocieron intereses atrasados por 1.641.000 libras. Para 1904, cuando se termina de pagar el crédito, la Argentina abona a la Casa Baring Brothers la suma de 23.734.766 pesos fuertes.

Manuel Dorrego denuncia el vínculo entre los gobernantes locales y los negociantes ingleses, lo que le granjea el odio del núcleo rivadaviano.

Todas las tierras públicas de la provincia quedan hipotecadas como garantía del empréstito. Rivadavia decide entonces aplicar el sistema de «enfiteusis» por el cual los productores rurales pueden ocupar y hacer producir las tierras públicas, no como propietarios sino como arrendatarios. El monto del canon que debe pagar al Estado lo fijan los mismos arrendatarios de manera que terminó siendo insignificante. Los grandes propietarios aprovecharon este sistema para acaparar enormes extensiones de tierra con el desembolso mínimo que les permite la ley. La burguesía terrateniente argentina, entre 1822 y 1830 se adjudicó 8.600.000 hectáreas a 538 propietarios, habiendo pagado finalmente sólo 5.008 pesos en concepto de canon.

El empréstito argentino de 1824 no fue el único de su tipo en Hispanoamérica. Ya en 1822 Colombia había negociado un crédito por valor de 2 millones de libras esterlinas, lo mismo había hecho ese año Chile con un crédito por 200.000 libras. El reino de Poyais (actual Nicaragua) hizo lo propio por 200.000 libras, y Perú colocó un empréstito por 1.200.000 libras. México también tomó un crédito de este tipo en 1824, y Colombia obtuvo su segundo crédito. Entre 1822 y 1826 las ex-colonias españolas se endeudaron con Londres por la suma de 20.978.000 libras, habiendo Inglaterra desembolsado una suma real de sólo 7.000.000 de libras. El Imperio ha conquistado Hispanoamérica.

Poco después de concedido el empréstito, el 31 de marzo de 1824, llega a Bs.As. el nuevo Cónsul de Su majestad, Mr. Woodbine Parish. El funcionario trae la misión de firmar un tratado de Libre Comercio y Amistad cuyo texto es idéntico al impuesto por William Huskisson -jefe del «Board of trade» londinense- a todas las ex colonias de Hispanoamérica, que desean ser reconocidas como libres. Este tratado sella el destino del país como nación dependiente de una nueva metrópoli que le asigna un papel inamovible en la división del trabajo que impone al mundo: el de simple productor de materias primas y comprador de manufacturas.

A todo esto se le debe sumar, la libertad de comercio, colocando las tasas aduaneras a un nivel muy bajo, con lo que favorece el comercio exterior de la provincia, pero aisló y ahogó las economías provinciales, que no pudieron competir con los productos importados. La provincia de Bs.As. pasó en esos años por lo que, más tarde, se llamaría la «feliz experiencia»: salía de diez años de desorden económico y político y de un año grandemente complicado. Y entra de lleno en una etapa de aumento de la calidad de vida de sus clases acomodadas, inversión externa, grandes ganancias de la aduana, importación de artículos delicados, y descenso del costo de vida, causado por el descenso de los precios. Mientras tanto continuaba la depresión económica en el resto del país.

En 1826 es elegido primer presidente de las Provincias Unidas.

Buenos Aires es «el sitio más despreciable que jamás vi, estoy cierto que me colgaría de un árbol si esta tierra miserable tuviera árboles apropiados…”. Así escribe, tres meses después de su llegada a estas tierras, John Ponsonby, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de Gran Bretaña ante las Provincias Unidas. Ponsonby es recibido por Rivadavia en setiembre de 1826, con guardia de honor y salvas de artillería. Un mes después escribe sobre Rivadavia: «El Presidente me hizo recordar a Sancho Panza por su aspecto, pero no es ni la mitad de prudente que nuestro amigo Sancho…Como político carece de muchas de las cualidades necesarias…” Estima, sin embargo, que Rivadavia es «autor de muchas, beneficiosas y buenas leyes».

Rivadavia ante los varios frentes de tormentas que abre debe renunciar a la presidencia en junio de 1827. “Su actuación -afirma el historiador argentino Vicente Sierra- había sido una sucesión de fracasos. Tras él quedó una nueva desmembración de la patria, hundidas las finanzas y la economía, y entregado el país al desarrollo ineludible de un drama que prácticamente se prolongó hasta 1880”. Ha dejado un país prácticamente en ruinas. El grupo rivadaviano se retira del gobierno, pero no del poder.

Asume Manuel Dorrego como gobernador de la provincia de Bs.As. Le dejan una pesada herencia, con mínimo margen para innovar o cambiar el rumbo de la economía y la política, “la época es terrible, la senda está sembrada de espigas” dirá el gobernador.

Inglaterra empieza a tejer su telaraña. Dorrego anuncia que la deuda contraída por Rivadavia no se va pagar con el hambre del pueblo. Ponsonby informa al primer Ministro inglés que es cuestión de tiempo la caída del gobernador y que él no haría nada para prevenirlo y mucho menos impedirlo.

Los porteños Juan Cruz Varela, Salvador María del Carril y Julián Segundo de Agüero (quien antes se había opuesto a enviar tropas en ayuda a la expedición del Gral. San Martín al Perú), convencen al Gral. Juan Lavalle para derrocar a Dorrego y su posterior eliminación. Este descendiente de Hernán Cortés promete decapitar al federalismo, comenzando con Bustos, López y Quiroga. Y los ingleses apoyarán esta cruzada unitaria.

Con su muerte se frustra la posibilidad de una Argentina muy diferente.

El Imperio ya había establecido la separación del Uruguay de las Provincia Unida, el control del Río de la Plata y la libre navegación de nuestros ríos internos para las mercaderías inglesas. Pero les surgirá un nuevo rival: JUAN MANUEL DE ROSAS.

Es notoria en la historia argentina esta lucha entre la democracia auténtica y el liberalismo de importación, el cual ve en el Estado sólo el medio de crear para los pudientes condiciones de seguridad, y de usar el poder político, pero sólo para ellos, pues si se prodiga en gran escala se autodestruirían. La constitución es el curalotodo; y el constitucionalismo, una exigencia de la burguesía triunfante para afirmar sus derechos al poder. Dice el historiador argentino Julio Irazusta que, “mientras los hacendados y los hombres de la campaña se separaban de Rivadavia en búsqueda de un mayor esclarecimiento de los problemas argentinos, de sus cosas y de sus hombres; los comerciantes y especuladores se unían a su derredor. De una parte, los hombres arraigados a la tierra nativa; de la otra, los innovadores sedientos de patrias extrañas. Choque de la realidad con las ideologías; de las esencias con el plagio”.

Al respecto dirá el Gral. San Martin: “…Los autores del movimiento del 1 de diciembre (el que derroca a al gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego) son Rivadavia y sus satélites y a Ud le consta los inmensos males que estos hombres le han hecho no solo a este país sino al resto de América con su infernal conducta; si mi alma fuese tan despreciable como las suyas yo aprovecharía esta ocasión para vengarme de las persecuciones que mi honor ha sufrido de estos hombres, pero es necesario enseñarles la diferencia que hay entre un hombre de bien y un malvado”

Para mitad del S.XIX la mayoría de nuestras patrias hispanoamericanas no consiguen sus objetivos propuestos. Objetivos por el que murieron muchos compatriotas.

Nos liberamos de la Madre Patria. Opresora o no, de ella aprendimos nuestra lengua, nuestras costumbres, su religión, su cultura, su cosmovisión. Pero lentamente la penetración cultural inglesa nos hiso ver como diferentes, tan diferentes que establecimos fronteras y nos declaramos la guerra. Nuestros héroes independentistas son asesinados o deben exiliarse.

Nuestras patrias no son libres. Le deben mucho dinero a Inglaterra por los préstamos obtenidos y utilizados para matarnos entre criollos. Dirá Napoleón Bonaparte “todos los males, y todos los azotes que afligen a la humanidad, vinieron de Londres”.

Chile se ve obligado a contraer empréstitos externos para pagar su independencia. Para ello contrata unas 450.000 libras en Londres. Se lo otorga la banca Thompson, Bonnar & Co, administradora durante un largo período del guano peruano. Por supuesto, Chile no recibe una sola libra ya que, la suma “prestada”, queda retenida por la compra de material bélico, que no llega. Inglaterra sabe que la economía chilena no podrá restituir esa suma “prestada”, por lo menos a mediano plazo. Y precisamente porque lo sabe, hace el préstamo. Queda así, su Banca, como acreedora de una suma que no presta en realidad, pasando de ese modo a controlar la economía y finanzas del país deudor, condicionando su política. Como garantía del empréstito, la firma inglesa exige la totalidad de las entradas del tabaco. Se va asegurando el proceso de penetración económico-financiero.

Thompson, Bonnar & Co., será también los financistas del Uruguay, durante la guerra de la Triple Alianza. Al terminar este último conflicto, esa misma banca convendrá operaciones con el destruido Paraguay y con la Argentina, en condiciones leoninas para ambos países.

En 1826 asume como primer presidente Bernardino Rivadavia con una Constitución centralista. Un año antes se firma un tratado de libre comercio con Inglaterra, que vienen con sus barcos para llevar nuestra materia prima que industrializan y luego comprábamos.

La incipiente industria nacional no puede sobrevivir en esas circunstancias, todo nuestro interior provinciano quedará empobrecido. Nuestra tierra responderá al grito de “federación o muerte”.

Los ingleses, en verdad, están muy cómodos con el grupo rivadaviano, controlan el Rio de la Plata y la Banda Oriental (en manos del Brasil) y navegan nuestros ríos internos.

En 1827 cae el gobierno centralista. Asume el Cnel. Manuel Dorrego quien se enfrenta a los intereses británicos, pero es asesinado. Los rivadavianos pretenden restaurar el orden caído, pero no será así. Quien emerge en esta puja de poder será un hombre a quien no van a atemorizar o doblegar fácilmente: el brigadier Juan Manuel de Rosas.

Dicen que el primer Ministro inglés, William Pitt, habría dicho, cuando Napoleón ocupaba Europa, que no precisarían de ella por los próximos diez años. Solo deben esperar que, coma el francés, Rosas también sea derrotado. Los ingleses no ponen en duda la creencia tradicional de que su raza debe ser quien gobierne y domine este mundo.

La venganza de Caseros. Organización o traición. Rosas es derrotado en la batalla de Caseros en 1853. Caseros es la victoria de la patria chica, con todo lo que representa, desde la desmembración geográfica al sometimiento económico y cultural.

Si para los liberales la caída de Rosas y la Confederación Argentina implica un cambio institucional y la posibilidad de un nuevo ordenamiento jurídico, político y económico, para los intereses de Gran Bretaña significa la desaparición de todo freno a su política de libertad de comercio y la creación de las condiciones de producción a que aspira. Urquiza ocupa, con mayor éxito, el lugar que no pudo Lavalle.

Es cierto, Urquiza es sobornado. Hasta Domingo F. Sarmiento así lo reconoce que, el Gral. Urquiza, se ha vendido por dinero al Imperio del Brasil y, más en el fondo, a los designios del Imperio Británico: “…Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado -brasilero- referir la irritante escena y los comentarios: ¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo (a Urquiza) para derrocar a Rosas! Todavía, después de entrar en Buenos Aires, quería que le diese cien mil duros mensuales.”

En la misma época en que Argentina define en los campos de Caseros un cambio de modelo de país y de sociedad, los Estados Unidos se preparan para su propia guerra civil en la que, como resulta obvio en toda guerra fratricida, también se define la opción por un determinado modelo social, económico y político de desarrollo, descartando otro. La disputa en el país del norte no es entre esclavistas sureños y abolicionistas norteños. La divisoria de aguas pasa por un Sur que quiere vivir de la sola venta del algodón a un único comprador mundial, Inglaterra, que paga muy bien ese monocultivo y vende todo tipo de productos industriales a cambio, y un Norte que apuesta a un proceso de industrialización con políticas económicas drásticamente proteccionistas. Abrahán Lincoln, líder del partido republicano, representa los intereses del Norte industrialista que quiere cortar los lazos que lo siguen ligando económicamente a Inglaterra.

El resultado final de la guerra civil estadounidense, que más bien debiera ser denominada segunda guerra por la independencia de Inglaterra, es que el proteccionismo predominará en Estados Unidos como conjunto. La victoria del Norte asegura que la política económica ya nunca más será dictada por los aristocráticos terratenientes del Sur, aferrados a la división internacional del trabajo y a la teoría del libre-comercio promovida por Inglaterra, sino por los industriales y políticos del Norte. A juzgar por el devenir histórico de ambos países, es claro que el 3 de febrero de 1852 acá triunfó el sur del monocultivo, módicamente satisfecho con ser apéndice feliz de un imperio ultramarino, a pesar de que ese proyecto fuera para el disfrute de pocos en detrimento de una mayoría de excluidos.

Con la caída de Rosas se instaura un sistema económico liberal, de puertos abiertos, con una CONSTITUCIÓN NACIONAL LIBERAL que garantiza a los barcos ingleses navegar libremente nuestros ríos. Lo sucedido en Argentina, también sucede en México, en Centro América, Cuba, Colombia, Chile…peor aún, nuestras patrias permanecerán divididas.

El Imperialismo Británico vs. Felipe Varela. Colonialismo o Unión Americana. El Imperio, es decir, el sistema complejo de relaciones de dominación internacional, resultante de la fusión del capital industrial británico con el bancario, y su consecuencia, la existencia de capitales financieros exportadores dio un golpe magistral contra América del Sud, controlan sus económicas y sus políticas.

A esta maniobra imperialista, responde el continente con la “Unión Americana”. “Los ojos americanos -dirá el caudillo argentino Felipe Varela- se fijaron allá en la margen del Atlántico, en las costas uruguayas y argentinas, como la llave principal de todos los pueblos que se extienden desde esas costas hasta las del Pacífico”, para concretar la “alianza de las Repúblicas para repeler las ambiciones monárquicas de Europa”. Tras el intento político de restauración “monárquica”, que rechazaban los hombres con sentido americano, se oculta ya, un nuevo fenómeno mundial: el imperialismo en su faz moderna.

Felipe Varela se presenta como “representante de Sud América” y de la “Unión Americana”. Su lucha por la “América Unida”, por la “unidad del Sud del Nuevo Mundo”, no era una cuestión accidental.

Esta sociedad la “Unión Americana” tiene su antecedente en las tentativas de Bolívar y su Congreso de Panamá, en 1826.

El mismo pretendía neutralizar la amenaza de reconquista española y liberar las islas de Cuba y Puerto Rico. A sus sesiones acudieron los representantes de Gran Colombia (Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela de hoy), Perú, México y la Federación Centroamericana (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua). Inglaterra y los Países Bajos, también representados, lo hicieron a través de un observador y un enviado extraoficial, respectivamente. Los delegados suscribieron un tratado confederativo, un código defensivo y dos acuerdos que precisaban la normativa de los primeros. El documento de mayor trascendencia histórica, aquel que servirá de modelo a los siguientes congresos americanos, es el “Tratado de unión, liga y confederación perpetua”. Su articulado consigna el objetivo de preservar «de manera defensiva y ofensiva, si esto era necesario, la soberanía e independencia de todas y de cada una de las potencias confederadas»; la solución arbitrada de conflictos; y la entronización del uti possidetis como norma para la definición de las fronteras. La Convención de contingentes estipulaba, por su parte, la organización de un ejército y marina confederados, y las reglas de su funcionamiento. Culminada esta labor, una copia de los tratados fue enviada a los gobiernos representados para su revisión y aprobación en los congresos nacionales. La inmadurez legislativa, empero, el sabotaje encubierto de algunos de los actores y la incomprensión de la trascendencia de la iniciativa, provocaron que excepto Gran Colombia, ninguna de las partes contratantes ratificara los tratados.

La frustración del primer intento de integración no implica por tanto la desaparición o la mengua de su necesidad. A principios de 1831 el gobierno de México retoma lo anterior apelando a la estrategia conocida como Pacto de familia. Su principal instrumento es un acuerdo comercial donde se asienta el compromiso de acudir a una nueva asamblea. Luego de repetidos intentos que abarcaron más de una década, la cancillería mexicana cesa en su empeño en 1843. La inestabilidad política y las crecientes presiones de Estados Unidos obligan al país a concentrarse en sus problemas domésticos, lo cual lo alejó de una iniciativa a cuya realización había contribuido de manera decisiva.

Corresponde al gobierno peruano de Ramón Castilla cursar la invitación definitiva en noviembre de 1846. La convocatoria a un nuevo congreso hispanoamericano, ante los planes españoles de reconquista del Ecuador, pero no así la invasión de Estados Unidos a México, todavía en ciernes. Los delegados de Perú, Bolivia, Chile, Ecuador y Nueva Granada se reunieron en asamblea entre 1847 y 1848. En su último encuentro suscribieron cuatro tratados: uno de carácter confederativo, otro comercial y dos restantes sobre correos y normativas consulares. En un fracaso similar al Congreso de Panamá, sólo Nueva Granada ratificó la totalidad de los tratados; el resto los desechó.

A pesar del nuevo revés, el ascendiente que había cobrado el Perú en las relaciones hispanoamericanas le permitió insistir en la agenda de Panamá y convencer a Chile para que albergara una nueva asamblea. El 15 de septiembre de 1856, tres países ribereños del Pacífico celebraron en Santiago de Chile el “Tratado Continental de Unión Confederativa”. No era el resultado de un congreso o serie de conferencias, sino un acuerdo concluido por los delegados de Perú y Ecuador y Chile. Su articulado aglutinaba los temas comunes a ciudadanía confederada; alianza contra las agresiones extranjeras; trato nacional a las naves y a los bienes producidos por los confederados; adopción de un mismo sistema de monedas, pesos y medidas, etcétera. Respecto de la próxima reunión de la asamblea, el art. 20 establecía el compromiso de nombrar a los representantes plenipotenciarios para la ejecución y el desarrollo del acuerdo. A diferencia del Congreso de Lima, esta vez se evitaron compromisos elevados en materia defensiva para no despertar la hostilidad europea. A pesar de ello, los problemas de interpretación del texto y el poco interés de los países participantes hicieron que no fuera ratificado por ninguno de los congresos nacionales.

A raíz de los ataques de Francia a México y por la protesta del gobierno de Perú contra España, ante la invasión a Haití, en Chile se instala una especie sociedad conocida como “Unión Americana”, donde se proponen los siguientes objetivos: “Compondrán la sociedad todos los interesados en el porvenir de las repúblicas americanas y en todos los principios en que se basó su independencia. Su objetivo principal será: 1º) Trabajar por la unificación del sentimiento americano y por la conservación y subsistencia de las ideas republicanas en América, por todos los medios a su alcance. 2º) promover y activar las relaciones de amistad entre todos los hombres pensadores y libres de la América republicana a fin de popularizar el pensamiento de la “Unión Americana” y acelerar su realización por medio de un congreso de plenipotenciarios”.

Surgen filiales, además de Chile, en el Perú, Bolivia, Uruguay y Buenos Aires. Sería en la filial de Copiapó (Chile), que Felipe Varela se inspira de su doctrina, al ingresar a la agrupación revolucionaria continental.

Inglaterra teme la consolidación de esta alianza. Cuando el segundo Congreso se realiza en Lima, en 1864, el argentino Domingo F. Sarmiento asiste en una confusa representación argentina. Reacciona, por su arcaico odio a todo lo español, contra el ataque de España al Perú. Pero no tardó en “comprender”, gracias a las cartas que le enviaran el Ministro del Exterior, Rufino de Elizalde y el presidente Bartolomé Mitre, que Inglaterra está detrás de España, y que por consiguiente, la Argentina no debe apoyar de ningún modo, ni al Perú ni al Congreso de Plenipotenciarios. Con lo que su aversión hacia España se extiende a la América Hispánica. Sarmiento abandona el Congreso. “Usted parece haber olvidado -le escribió Mitre al sanjuanino- la historia del pretendido Congreso. Bolívar lo inventó para dominar a la América y el móvil egoísta que lo aconsejó mató la idea por cuarenta años”.

En 1862, al asumir la presidencia Mitre, nombra como su ministro de relaciones exteriores a Elizalde. Su primera medida importante es rechazar los tratados de alianza con Chile y Perú, comenzando una política de sumisión a los intereses europeos, especialmente ingleses, por lo que se rechaza toda idea de unidad hispanoamericana.

S. M. Británica impone su férreo puño diplomático a la complaciente servidumbre mitrista.

La “Unión Americana” toma conciencia de que debe superar la balcanización efectuada por el Imperio Británico, porque: “las secciones aisladas de la América, serán siempre entidades políticas insignificantes, incapaces de inspirar respeto a los que desprecian y conculcan las leyes de la moralidad, que unidos no formarán, es cierto, un poder muy fuerte, pero se bastarán a sí mismos para la defensa de su autonomía e independencia”, escribe Felipe Varela.

Pero así como el Congreso de Panamá convocado por Bolívar en defensa americana frente a los intentos de la Santa Alianza, fracasaría por la acción entorpecedora británica, la “Unión Americana”, tampoco tendría éxito, merced a la acción destructiva de la diplomacia de Su Majestad.

El Imperio Británico ha recuperado su pampa americana. Tierra fértil, abundante materia prima y de bajo costo laboral. La continuidad de la segunda etapa de su Revolución Industrial se ve asegurada, como también el avance de su organización económica capitalista y su liberalismo político. Con la Independencia de sus ex-colonias del norte todo parecía perdido, pero con las republiquetas del sur de América, donde controlan sus económicas y sus gobiernos, el futuro resulta muy prometedor.

En Argentina, el federalismo ha muerto con Dorrego, la organización nacional con el derrocamiento de Rosas y la idea de Unidad Americana con la derrota de Felipe Varela.

Inglaterra festeja. Pero el festejo dura poco, surge un nuevo dolor de cabeza: PARAGUAY.

Aquel país guaraní no es un república como marca la teoría política francesa, mucho menos una democracia al estilo del país del norte. La representación política ni se asemeja al parlamento inglés. Pero, ¿existe realmente en el mundo un gobierno auténticamente republicano, democrático y representativo? Ninguno!.

El gobierno de Gaspar de Francia, como el de Antonio López y el de Francisco Solano López fomenta la educación consiguiendo el más alto índice de alfabetización en nuestro continente. Por la Constitución de 1844 se obliga a invertir en la enseñanza de medicina y arte y a contratar maestros extranjeros. En 1856 se inaugura el ferrocarril, primera vía férrea de Sudamérica, si bien los rieles son importados, los coches son enteramente construidos en el país. El mismo año es botado el primer barco de vapor con casco de acero construido en América. También se instala el telégrafo, se promueve la fabricación de papel y tejidos y establece la primera fundición de hierro de Hispanoamérica: alimentado con leña, el alto horno puede fundir una tonelada de metal por día. Para desarrollar la agricultura se fomentan las “Estancias de la Patria”, por medio de las cuales el Estado, propietaria de la tierra, otorga parcelas en arriendo a los campesinos. Como resultado de esa política “autosuficiente”, el país se mantiene en un relativo aislamiento.

Paraguay cuenta con un desarrollo económico único en Hispanoamérica, tiene telégrafos, ferrocarril, fábricas de materiales de construcción, lienzos, papel, ponchos, loza y pólvora. Posee su propia fabricación de armamentos, cañones que forman su arsenal y el mejor y más avanzado ejército de América del Sur. El Estado controla el comercio exterior, la yerba y el tabaco abastecen al continente, mientras que la madera es exportada a Europa. Tienen superávit, su moneda es fuerte y cuenta con suficientes recursos como para no recurrir a capitales extranjeros para su desarrollo.

Esto se logra debido a que todo el excedente económico no queda en manos de prestamistas, intermediarios ni oligarquías que dilapidan el capital. El incipiente desarrollo económico paraguayo no acepta tutorías extranjeras.

Demasiados intereses se suman en su contra. El Brasil y la Argentina celan de su vecino: mientras la nación guaraní ha crecido sin endeudarse, ellos están comprometidos en una abultada deuda externa con la banca británica.

El desarrollo del Paraguay perturba al Imperio Británico, debido a que sus buques mercantes, sus bancos, sus inversiones y sus empresas tienen las puertas cerradas a un país que, debido a su política autónoma está en franco crecimiento. Antes de que esta «enfermedad» de que una colonia se desarrolle y llegue más allá de sus fronteras y contagie otros países, los ingleses deben buscar la forma de acabar con esa prosperidad en el medio de una América explotada y ultrajada por ellos mismos. El ex presidente argentina, Justo J. de Urquiza, como con Rosas, será el artífice de la caída y Mitre el responsable de esta derrota para nuestro continente.

Para 1870 el sueño paraguayo de una nación libre y soberana se derrumba. Dice el historiador argentino Ricardo de Titto, en su libro “Los hechos Que Cambiaron La Historia Argentina en el Siglo XIX”: “Sea por vergüenza histórica o por un ocultamiento deliberado, esta página [la guerra de la Triple Alianza] que enluta la memoria argentina y la deja en terrible deuda con un país hermano, es para muchos una gran incógnita. Se puede argumentar que la historia siempre es un recorte seleccionado de hechos, pero resulta sospechoso que uno de tal dimensión como la “guerra de la Triple Alianza” haya merecido sólo menciones refractarias y parciales durante décadas de historiografía oficial. Desde hace unos años el tema empieza a ocupar el lugar que merece. Las causas que provocaron la guerra, y sus trágicas consecuencias, que todavía hoy -ciento cuarenta años después- resienten la vida del Paraguay, sirven para echar luz sobre las sombras en que se pretendió ocultar la más sanguinaria de las luchas en las que participó nuestro país.”

En 1910 Argentina festeja su “Centenario”. En realidad son 100 años de su emancipación del Imperio Español, no son 100 años de su independencia, de su soberanía. La Banca inglesa decide nuestra economía y sus embajadores en nuestra política interna.

La gran inmigración europea está convulsionando la vida política y social de la oligarquía porteña y aporteñada. Los reclamos de una mayor apertura política preocupan al Imperio que convencen a los dueños de las tierras para sancionar la Ley 8871, más conocida como Ley Sáenz Peña o del sufragio universal, obligatorio y secreto.

Esta ley permitirá llevar al sillón de Rivadavia a Dn Hipólito Yrigoyen, representante de la Unión Cívica Radical. Su mejor herencia será la creación de Yacimiento Petrolíferos Fiscales (YPF). El petróleo es argentino y para los argentinos. En 1930, la estirpe de Lavalle, de Urquiza llega al Gral. Uriburu quien derroca al gobierno radical. Fue un golpe de estado con olor a petróleo, como también lo fue la guerra entre Bolivia y Paraguay.

Para comienzos del S.XX Europa había establecido una suerte de división internacional del trabajo a nivel mundial, entre países y regiones, mediante la especialización en la realización de determinados bienes. Y nuestras Patrias en qué se especializan? En tener recursos minerales y materia prima. Esta es nuestra función, producir lo que ellos necesitaran a bajo costo, con mano de obra barata. Y el proceso de industrialización lo hacen los países europeos, para lo que están organizados y especializados.

Pero nuestro continente no acepta este destino, RESISTE. Así, desde México a la Argentina, surgen hombres como los mexicanos “pancho” Villa, Emiliano Zapata, Lázaro Cárdenas; el cubano José Martí; el nicaragüense Augusto Sandino; el uruguayo Luis Alberto de Herrera; los guatemaltecos Jacobo Arbenz y Juan José Arévalo; los colombianos Eliecer Gaitán y Gustavo Rojas Pinilla; el brasilero Getulio Vargas; el ecuatoriano Velasco Ibarra; los bolivianos Guadalberto Villarroel, Germán Busch y David Toro; los peruanos del APRA, el panameño Omar Torrijos y otros tantos más que tienen una misma visión para nuestras patrias: la AUTODETERMINACIÓN DE NUESTROS PUEBLOS EN UNA PATRIA LIBRE Y SOBERANA…

En 1890 el gobierno de Estados Unidos nos trata de imponer un Tratado de Libre Comercio sobre nuestro continente, y que no resultó por la férrea oposición del gobierno argentino. Al respecto ya había advertido José Martí que “tendría que declararse por segunda vez la independencia de la América Latina, esta vez para salvarla de los Estados Unidos”; luego sobrevendrá la Teoría del Gran Garrote de Theodore Roosevelt, iniciando el papel hegemónico de Norteamérica sobre Hispanoamérica. La Doctrina Monroe y la “Diplomacia del Cañonero” reafirmarán la frase “AMÉRICA PARA LOS AMERICANOS”, que para nosotros significó “AMÉRICA PARA LOS ESTADOUNIDENSES”.

No obstante, Inglaterra no va a perder sus regiones proveedoras de materia prima, de Venezuela y Ecuador a la Argentina, por lo que iniciará acciones “indirectas” para frenar el avance de la política expansionista norteamericana.

En medio de esta puja de intereses divergentes están nuestros pueblos. Nuestras patrias serán sometidas a permanentes conflictos internos, a guerra civiles, feroces dictaduras, desplazamientos de comunidades enteras y el exilio de cientos de miles de hispanoamericanos buscando tierras más promisorias para vivir en paz.

Muchos de nuestros jóvenes intelectuales, estudiantes y trabajadores le darán la espalda a nuestras Patrias, a nuestro pasado y miran hacia el futuro, que lo creen SOCIALISTA. Buscaran soluciones a sus problemas sociopolíticos por fuera de nuestras patrias. Pensarán en el marxismo, llevando a sus pueblos a la mayor tragedia que es la guerra fratricida o, peor aún, a la explotación del trabajador por la maquinaria del Estado

Esta confrontación ideológica liberal-marxista, funcional a Inglaterra, nos trajo enfrentamientos entre hermanos y atraso social. Convirtiendo a nuestras patrias en republiquetas, divididas y desconfiando unas de otras: Brasil de Argentina; Chile de Bolivia; Ecuador de Perú; Colombia de Venezuela; México de todos nosotros y todos nosotros de Cuba.

Este no es el sueño de nuestros PADRES FUNDADORES, los que pelearon por nuestras independencias, el de San Martin y Bolívar. El sueño de ellos y el de muchos otros es el de una GRAN COMUNIDAD, hispanista, cristiana y humanista, solidaria y justa.

Este gran sueño no se cumple. Y es nuestro deber hacerlo posible. Porque, como decía el mexicano José de Vasconcelos, somos la RAZA CÓSMICA de este continente, somos una aglomeración de pueblos y culturas del mundo entero transmitiendo su conocimiento. Nuestra herencia es JUDEO-CRISTIANO-HISPANO-MUSULMÁN-AFRO-INDO-AMERICANA que nos permite trascender toda idea de razas y nacionalidades en nombre de un destino común de la humanidad.

Perón nos decía que las fronteras solo existen en la imaginación del hombre: “el hombre se va a dar cuenta con el tiempo, de lo tonto que ha sido al luchar durante siglos matando a millones de hombres para defender unas fronteras que sólo estaban en su imaginación…los hombres deben comenzar a pensar que somos todos hermanos y que debemos defendernos todos contra un destino común, que avanza peligrosamente hacia el año 2000. Los hombres han de defender la tierra o, de lo contrario, sucumbirán todos…”. Él creía firmemente en la integración de nuestras Patrias, primero en bloques regionales para luego unirnos en el CONTINENTALISMO, la unidad del continente todo, hacia el UNIVERSALISMO que es el destino de todos nuestros pueblos. Este es nuestro camino hacia la evolución, que no es el de la GLOBALIZACIÓN que nos impone este Nuevo Orden Mundial.

El primer paso que deberemos dar, para romper con este estado de tensión y desconfianza que existen entre nuestros pueblos es superar todas nuestras diferencias: entre argentinos y brasileros, entre bolivianos y chilenos; entre venezolanos y colombianos; entre peruanos y ecuatorianos; que los mexicanos se sientan hispanoamericanos y Cuba sea parte nuestra también y así estaremos listos para recibir e integrar a los pueblos de América del Norte, a los angloamericanos. Nuestra unidad no es el PANAMERICANISMO que propone Estados Unidos, sino el que propuso Perón: el CONTINENTALISMO HISPANO-ANGLOAMERICANO, la unidad entre pueblos.

Ello no quiere decir que perdamos nuestras culturas, todo lo contrario: cada vez más argentino, más brasileño, más chileno, más boliviano, más mexicano, más cubano…más americano.

El ideal de UNIDAD HISPANOAMERICANA constituye uno de los temas más significativos del pensamiento político de nuestros pueblos. Por lo que es fundamental, para nuestra cultura y acción política, entender y comprender el por qué de su importancia, ya que constituye una constante a lo largo de nuestra historia.

La idea de Patria Grande no fue un concepto inventado en nuestro nuevo siglo. No fue un invento del socialismo, del progresismo o de izquierdas nacionales. Ni Morales, ni Chávez Frías, ni Mujica, ni Castro o Kirchner fueron sus creadores, sus autores. Pero si, casi sus destructores.

La Patria Grande. Fue el Protector de los Pueblos Libres, José Artigas, quien hace uso del término. Pero el que lo populariza en todo el continente es Manuel Ugarte cuando publicó su libro “La Patria Grande” donde reúne discursos pronunciados en diversos países hispanoamericanos, promoviendo la idea de unidad hispanoamericana…allá por comienzo del S.XIX. Este argentino fue uno de los ideólogos más lúcido del discurso de la unidad de nuestras Patrias. Es a partir de él en que Perón pensará el Continentalismo.

Si bien es verdad que dicha Unidad es un objetivo muy complejo a realizar, pero también es cierto que no es imposible. Porque conocemos y sabemos cómo hacerlo, cuál es el camino que se debe seguir. Ya se hizo antes.

Hay una verdad y una realidad. El peronismo no se agota con la Justicia Social y la comunidad organizada. Como enseñara el Gral. Perón, y ante la vista de los hechos actuales, nuestros Patrias van en camino hacia una integración o hacia la unidad continental. Pero, cómo se desarrollará? Quién lo hará? USA o Nosotros? Panamericanismo o Continentalismo?.

Veamos algunos antecedentes. A fines del S.XIX es Estados Unidos quien impulsa la Unidad Panamericanista, y fue el gobierno argentino, con el gobierno de Juárez Celman, quien trunca este proyecto. Luego en el S.XX se intentará nuevamente, y es nuevamente Argentina la que impedirá estos avances. El último intentos fue con el ALCA de George Bush pero el gobierno chavista lo impide con su proyecto del ALBA en la Cumbre de Países Americanos realizada en Mar del Plata (Argentina) en noviembre 2005.

Seguramente seguirán con nuevos ensayos de integración continental. Pero, ya han aprendido la lección. Desintegrarán los partidos nacionalistas, fragmentarán a los sindicatos, harán desaparecer de manera gradual la conciencia patriótica, la idea de Patria, de hermandad entre los pueblos. Desamorarán nuestras creencias religiosas y romperán definitivamente nuestro cordón umbilical con la Hispanidad. Simón Bolívar, Manuel Ugarte, Vasconcelos, Martí, Leopoldo Zea, Alfonso Reyes, Antonio Cuadra, Pedro Henríquez Ureña, Antonio Casom, Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Antonio Vallejo-Nájera y tantos otros pensadores han desaparecido de nuestros libros escolares, de nuestras platicas universitarias, de nuestros criterios en las tomas de decisiones. Ni nuestra música folklórica ya es el mismo de hace 50 años.

Bajo estas circunstancias debemos pensar en una estrategia que nos permita seguir este camino de la evolución de los pueblos hacia la Unidad Continental, pero planteada y realizada desde nosotros mismos. Que sean nuestros pueblos los que impulsen esta evolución.

Cómo hacerlo? …Sigamos haciendo un poco de historia.

Entre 1943 y 1955 la Argentina será una Nación económicamente libre, políticamente soberana y socialmente justa, en un mundo que surge demasiado pequeño y que comienza a ser devorado por las hambrientas fauces imperialistas: la del capitalismo soviético y el capitalismo anglo-americano.

Estos IMPERIALISTAS, armados como nunca lo ha estado ninguna nación de la Historia, se disputan el derecho de mandar sobre nuestra tierras que no quieren ser ni comunistas, ni liberal-capitalistas!.

Perón intentará mostrarnos y mostrarles a nuestros hermanos hispanoamericanos un nuevo camino, dándonos una nueva esperanza, a un continente que cree que todo ha salido mal y que no hay soluciones para sus males.

Perón retoma la vieja y eterna idea cristiana de que el amor y la colaboración entre personas, nacidas todas como criaturas de Dios, puede imponerse sobre el odio entre los individuos y clases sociales, fundando un pensamiento nuevo y esperanzador que definió como “JUSTICIALISTA”. Un pensamiento equidistante entre el liberalismo y el comunismo.

Por consiguiente, el JUSTICIALISMO se convierte en una herramienta para ser esparcida por el Continente, en el diálogo con otras fuerzas políticas latinoamericanas, interesadas en generar un acuerdo estratégico, trascendental y antibelicista que les ahorre más tragedias y fatalidades.

En este contexto y en el marco de la Tercera Posición, Perón desarrolla su correlato en el mundo sindical en el intento de implementar un proyecto independiente de central sindical.

En 1945 se reunió en Londres un congreso sindical creando la Federación Sindical Mundial (FSM) constituido por los sindicatos soviéticos, el laborismo inglés y los sindicatos norteamericanos, la cual se conformó en el marco de la derrota del nazismo. Poco tiempo después comenzó el enfrentamiento entre la URSS y los Estados Unidos y sus aliados, lo cuál produjo la fractura de la FSM. Los ingleses norteamericanos y holandeses crearon en 1949 la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), quedando la FSM en poder de los soviéticos.

En América el encargado de asuntos gremiales del Departamento de Estado y hombre de la CIA norteamericana, Serafino Romualdi fue el encargado de crear una central regional permeable a la política exterior yanqui. En 1948 se reúne en Lima la Confederación Interamericana de Trabajadores (CIT), por la Argentina concurre un grupo antiperonista. Entre los proyectos de la central proyanqui figuraba : “la lucha contra la amenaza totalitaria, tanto en el movimiento sindical, representado por comunistas como por peronistas, como en la política general del Continente, en que toman forma de peronismo, dictaduras militares y la colusión entres éstas y el movimiento comunista”.

Como se verá para los agentes del gobierno norteamericano el peronismo era ubicado al lado del demonio y por lo tanto era imprescindible combatirlo y erradicarlo, adoptando cualquier medio posible. En 1951 la CIT se transforma en ORIT Organización Regional Interamericana de Trabajadores que era la rama americana de la CIOSL.

Aquellos sindicalistas que no eran partidarios de alinearse con las grandes potencias vieron la necesidad de crear a nivel regional una central independiente de aquellos poderes, fue así que el 9 de febrero de 1952 se reúne en Asunción el Comité de Unidad Sindical Latinoamericano, el líder de la rama americana de la prosoviética FSM, Lombardo Toledano, no tarda en acusar de fascista al nuevo intento emancipador propiciado por la CGT argentina.

Siguiendo por este camino de integración latinoamericana de los trabajadores se realizó una reunión en México el 20 de noviembre de 1952 donde quedó concretado el nacimiento del ATLAS (Agrupación de Trabajadores Latinoamericanos Sindicalistas) cuya sede se estableció en Buenos Aires, además de los argentinos concurrieron representantes de Cuba, Puerto Rico, Chile, Costa Rica, México y Perú. La secretaría general fue asignada a José Espejo, líder de la CGT.

En dicha reunión la delegación argentina afirmó: “No debe importarnos un ápice la existencia de otras centrales, no queremos estrechar las manos encubiertas de sangre de trabajadores, de los que están al servicio de Wall Street” y convocaba a solidarizarse con la lucha de liberación de Puerto Rico.

Desde 1948 había agregados obreros en la embajadas argentinas ocupando un lugar virgen para los obreros, el historiador argentino, Félix Luna, volverá a minimizar la importancia de esta decisión al señalar que “en la realidad no fue sino un instrumento de propaganda de Perón”.

Como no podía ser de otra manera el ATLAS fue hostigada por los representantes norteamericanos que no podían admitir un cuestionamiento a las políticas de la gran potencia, los principales sindicalistas norteamericanos desplegaron una campaña de calumnias contra la central independiente. George Meany presidente de la AFL, Jay Lovestone jefe de asuntos exteriores de la misma central, Irving Brown representante de la AFL en Europa y Serafino Romualdi representante en América Latina, trabajaban para la CIA y desplegaron una política de infiltración en las centrales nacionales y regionales y en todos aquellos organismos sindicales que no fueran dóciles a los dictados de Norteamérica.

El ATLAS contó con innumerables inconvenientes para su accionar, principalmente por la política norteamericana que incentivaba para que aquellos sindicalistas que apoyaban la central latinoamericana fueran perseguidos en sus países de orígenes siendo objeto de represalias como despidos u otros ataques. Una comisión del ATLAS fue impedida de ingresar a Puerto Rico colonizada por los Estados Unidos.

Por otra parte, el desarrollo del sindicalismo en América Latina era desigual, en ninguna parte se había logrado el avance obtenido por el peronismo donde los sindicalistas podían actuar con total libertad, o por lo menos con mucha más libertad que en el resto del continente.

La autodenominada Revolución Libertadora intervino el ATLAS y puso como interventor a un comisario retirado en calidad de liquidador, de esta manera concluyó uno de los proyectos más ambiciosos de la Clase Obrera Latinoamericana que por vez primera quería pararse de igual a igual que los poderes mundiales. El imperialismo derrotó el ATLAS pero su ejemplo quedará grabado en la memoria de los trabajadores latinoamericanos.

Con estos antecedentes, y continuando con las líneas trazadas en el S.XIX con los intentos de los lideres de nuestros pueblos, cómo debemos seguir en este nuevo siglo?

Nuestro sindicalismo está dividido en cinco fuerzas sindicales, tres de orientación peronista y dos socialdemócratas. En la medida que los secretarios generales sindicales van avanzando en la unidad definitiva de las centrales obreras en una sola CGT, debemos trabajar en la formación de cuadros políticos y sindicales, creándose escuelas de Capacitación Sindical y Conducción Política, fortaleciendo la unidad de concepción para la unidad de acción.

El Sindicalismo argentino, a través de sus 62 Organizaciones -brazo política sindical- trabajará en la formación y capacitación de DELEGADOS OBREROS desde nuestra concepción Justicialista, quienes integrarán y formarán parte de las Embajadas argentina en nuestro hispanocontinente. Dichos delegados tomarán contacto con las Centrales Obreras de los países en que estén presentes, armando talleres, plenarios, mesas de trabajos, publicación de revistas, charlas, conferencias, en temas como Justicia Social, Comunidad Organizada, de Unidad Continental, etc etc.

Si bien las características de las Centrales Obreras de nuestras patrias son muy diferentes a nuestra CGT, no solamente por situaciones históricas e ideológicas, e incluso en sus relaciones con el capital, la realidad de nuestros trabajadores son semejantes: la explotación laboral, el subempleo, el stress, enfermedades psicológicas por las presiones laborales, las degradantes condiciones laborales tanto rurales como en la extracción minera, la contaminación ambiental…, harán que el entendimiento entre todas ellas se realice casi de manera natural.

Si se realiza un trabajo serio, sensato y prudente, como sostenido en el tiempo, las Centrales Obreras llegarán a puntos de entendimientos y el trabajo en conjunto. Lo que permitiría un gran frente de trabajadores en defensa de sus propios derechos. En colaboración de clase y no en lucha de clases. Trabajarán, además, para la formación política de una nueva dirigencia política en sus países.

Una conducción sindical y política con unidad de concepción hará posible que sus Partidos Políticos empiecen a trabajar en conjunto con los de los otros países hermanos en temas que vayan más allá de sus propias soberanías territoriales, como lo son la de trata de personas, el narcotráfico, el contrabando de armas, la cuestión social, derecho laboral etc.

El Gral. Perón nos repetía que “la verdadera política es la política internacional”. El Partido Justicialista ha ido fluyendo desde la Internacional Liberal (Menem) hasta la Internacional Socialista (Kirchner) en el orden internacional. Todo un contrasentido histórico y político. Siendo que Perón fue el creador de la TERCERA POSICIÓN ideológica que debiera reemplazar, por lo menos en nuestro continente, al liberalismo deshumanizado y el colectivismo progresista.

Si bien nuestro Partido viene sosteniendo nuestra posición doctrinaria en diferentes foros internacionales, nunca fuimos capaces de articular una unidad de concepción entre los diferentes partidos políticos a nivel continental. Es decir, el PJ debió impulsar desde su concepción de Tercera Posición una organización internacional hispanoamericana de partidos políticos como lo han hecho los socialistas y los liberales, y que en nuestro caso podría denominarse la INTERNACIONAL JUSTICIALISTA. Una Internacional de partidos que levanten las banderas de la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, que no permanezca ajena a las injusticias sociales, a las migraciones forzosas, a las guerras internas, al narcotráfico y al hambre que vapulea a nuestros pueblos del hispanocontinente.

Debemos comprender y hacer carne la expresión del Gral. Perón que Hispanoamérica es para los hispanoamericanos. Debemos trabajar en ese sentido, y una vez consolidada y fortalecida esta Internacional impulsar el Continentalismo con los pueblos Angloamericanos.

Nuestra lucha debe ser un ideario colectivo (hispanoamericano) que propenda a la fraternidad de nuestros pueblos; a la libertad, a la dignidad y al desarrollo integral (material y espiritual) de la persona humana, como al ejercicio de todos sus derechos, deberes y responsabilidades en un contexto de proporción armonía y equilibrio entre los derechos de la persona y de la comunidad. El desarrollo de nuestros pueblos solo será posible con una comunidad organizada y el desarrollo de nuestra comunidad será posible con el de nuestra patria. Y nuestra patria solo logrará desarrollo y progreso con la realización de la unidad de nuestros países hispanoamericanos, unidas en un real CONTINENTALISMO.

Compañeros, es momento de unir esfuerzos y voluntades para frenar los avances de las políticas neo-liberales, como del falso progresismo existente. Debemos frenar los avances de la especulación financiera internacional, la concentración económica y la exclusión social que degradan a nuestras Patrias que, junto al lavado de dinero garantizado por la existencia de paraísos fiscales funcionales a los intereses de las oligarquías financieras locales, despojan de los recursos necesarios a nuestros gobiernos y a nuestros trabajadores.

La Patria se construye entre todos, no solo con el capital.

Perón afirmó que el mundo debía transitar una etapa de unidad continental para llegar al Universalismo. Este proceso de unidad no debe hacerse sobre la base de las exigencias de un Estado hegemónico como imperialista. Tenemos que saber diferenciar entre Panamericanismo y Continentalismo. Entre Globalización y Universalismo. Hacerlo nos permitirá evitar una tragedia mayor para nuestros sufrientes pueblos.

Debemos ser capaces de convocar a la construcción de los sueños colectivos de un continente sin conflictos raciales ni religiosos, sin exclusión social ni pobreza, sin la prepotencia de los poderosos en donde se respeten los DD.HH, la democracia social y la dignidad de la persona humana. Debemos ser capaces de construir una autentica comunidad hispanoamericana basada en la unidad, la fraternidad y la solidaridad.

Debemos aspirar a un continente en paz, sin guerras. A un continente en donde cada comunidad pueda desarrollarse en su propio territorio soberano, ejerciendo sus derechos de un estado organizado sin tutela internacional hegemónica. Debemos anhelar un continente libre, justo y solidario, sin migrantes que busquen en otros países lo que cada uno de sus países no puede garantizar en virtud de la violación sistemática de su propia soberanía.

Por último, nuestra Internacional Justicialista debe alzar su voz para construir un sistema político internacional continental con igualdad de condiciones y equitativa representación de los intereses de cada pueblo, de cada comunidad. Esta Internacional debe alzar su voz para construir un sistema económico que promueva el comercio justo entre las naciones con precios compensatorios para favorecer la equidad de intercambio a los efectos de evitar la desigualdad y la injusticia social para sus pueblos.

Esta Internacional no deberá aceptar jamás el flagelo del hambre, de las migraciones, del racismo exacerbado, la discriminación, las guerras fratricidas, ni puede ni deberá permanecer impasible frente al dolor de nuestros hermanos pobres y mutilados de la tierra.

No debemos confundirnos en esta etapa. No nos equivoquemos. No queremos ser una variante del sistema político neoliberal. Ni tampoco de posiciones progresistas o pos-marxistas. Queremos ser lo que nuestra filosofía de vida simple práctica profundamente humanista y profundamente cristiana nos dice…y compartirlas con nuestros hermanos hispanoamericanos.

Esto es tal vez demasiado idealismo. Pero a nuestra América Hispana le hace falta una esperanza…y una esperanza siempre es así: una idea lejana…que misteriosamente Dios convierte en realidad!

Un fuerte abrazo compañeros y que Dios nos guie en este nuevo camino para conseguir los objetivos deseados.

LUIS E. GOTTE.
CENTRO DE ESTUDIOS DR. RAMÓN CARRILLO.
MAYO DEL 2016, MAR DEL PLATA.

08
Jul
16

La castrante casta universitaria española


Foto: Embajada de  los Estados Unidos en Madrid

 

La guerra civil de España y la posterior represión franquista acabó con el pensamiento crítico en la universidad española mediante la persecución de los intelectuales más destacados, asesinados, encarcelados o exiliados, instaurando una casta endogámica de acólitos incondicionales al régimen que la monarquía borbónica, heredera del franquismo en la persona de Juan Carlos I y heredera de si misma en la de Felipe VI, no ha hecho más que consolidar agravando la situación si ello fuera posible.

Esta continuidad se mantiene y se detecta fácilmente a partir de la programación actual de las universidades, por ejemplo, en cuanto a la metodología se refiere la única diferencia con respecto a la que utilizaba el franquismo se resume en que ahora contempla el uso de internet, que no es ninguna garantía de calidad y democracia, metodología que reproducimos tomada de una conocida universidad metropolitana, de las mejor consideradas en cuanto al contexto español se refiere:

“Las clases magistrales se impartirán al grupo completo de 75 alumnos (UNESCO recomienda un número máximo de 23 alumnos por aula), y en ellos se darán a conocer al alumno los contenidos fundamentales de la asignatura. Al final del tema se hará un breve resumen, etc.

Las clases prácticas en el laboratorio están orientadas a la aplicación de los conocimientos y priorizan la realización por parte del estudiante de las actividades prácticas que supongan la aplicación de los conocimientos teóricos adquiridos.

También estarán disponibles tutorías para alumnos que de manera individual deseen resolver las dudas que surjan durante el estudio.

El campus virtual permitirá una comunicación fluida entre profesores y alumnos y como instrumento para poner a disposición de los alumnos el material que se utilizará en las clases teóricas”.

Lo que traducido al lenguaje llano y sin florituras, al román paladín, viene a decir que el profesor o profesora se presenta en el aula con sus clases resumidas en amarillos papeles por la inexorable oxidación, ahora pasados a power point, que si acaso ellos entienden y que cuelgan en el denominado campus virtual según reza la metodología (jamás unos apuntes bien elaborados y ordenados, comprensibles, para más inri sólo accesible a profesores y alumnos mediante claves individuales y nunca disponibles públicamente, democráticamente (como ya ocurre en numerosas universidades internacionales) aunque se financien al cien por cien del erario público, ya saben, ese que sudamos entre todos, dado que nada producen, programa que sigue siendo el mismo en las actuales asignaturas casi cuatrimestrales que en las anuales dado que ni siquiera se han molestado en adaptarlos a los actuales planes de estudio, más reducidos en tiempo.

En cuanto al sistema de evaluación ya se lo pueden imaginar, el “examen de toda la vida”, corregido por el profesor según su subjetivo criterio y nunca corregido colectivamente, delante de todos los alumnos, con los criterios expuestos claramente y sometidos a la crítica y, lo que es más importante, a la revisión. Leamos lo que incluye la citada programación al respecto:

“Para superar la asignatura es imprescindible tener aprobado el programa teórico y el programa práctico. El programa práctico se evaluará de forma continuada (incomprensible en una limitadísimas prácticas, generalmente una semana en el mejor de los casos) y mediante un examen final. El programa teórico se evaluará mediante una prueba escrita u oral sobre los contenidos de la asignatura (o sea, mediante otro examen)”. Y ojo al dato: “Una vez aprobados tanto el programa práctico como el programa teórico, la calificación final estará determinada en un 20 por ciento por el programa práctico y en un 80 por ciento por el programa teórico (recuérdese que tratamos de asignaturas experimentales)”·.

Exámenes que en ocasiones ni siquiera se muestran a los interesados con la más que déspota excusa de que “ya ha sido revisado por nosotros” y otras intolerables faltas de respeto hacia los damnificados estudiantes, que ya se hubieran rebelado de no ser por la política intelectualmente castrante del borbonato, primando los programas televisivos de entretenimiento, por ejemplo “mujeres y hombres y viceversa” de una conocida cadena televisiva, no siendo casualidad que cuando Aznar (integrante del trío de las Azores junto con Blair y Bush, responsables del cruel e ilegal genocidio iraquí) ganó las segundas elecciones por mayoría absoluta, la primera medida tomada consistió en contratar la principal productora holandesa de programas de entretenimiento entendido como alienación mental, estudiantes que, ante la desesperación, depositaron inicialmente sus esperanzas emancipadoras en Podemos, votándolos masivamente, sin entender que nadie les solucionará el problema sino ellos mismos, opción que abandonaron en las elecciones del 26 de junio de 2016 ante la constatación de que los dirigentes de esa organización forman parte de la misma casta que tratan de combatir.

Esa y no otra es la explicación de la más que millonaria pérdida de votos de los podemitas, estudiantado hastiado de soportar la prepotencia, insolencia y frustraciones, tanto personales como profesionales, de un profesorado desmotivado y sin consideración alguna de la comunidad internacional, corroborado por la ausencia de las universidades españolas de todos los índices de calidad elaborados internacionalmente.

Profesorado que lo único que ha querido entender, lamentablemente, del plan Bolognia es que los periodos lectivos, con la presencia directa de los que deberían ser los verdaderos protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje, los alumnos y alumnas, se reducen a menos de dos cuatrimestres, de septiembre a diciembre y de enero a mayo. Y pobre de aquel que ose salirse del guión establecido por y para la casta, sea profesor o alumno, en el primer caso le harán la vida imposible y en el segundo le pueden arruinar la carrera. El sistema educativo es un engranaje más para el mantenimiento del régimen monárquico y colonial, a cuyo servicio está diseñado, del que, mayoritariamente, siguen ausentes los hijos de los trabajadores.

Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario

04
Jul
16

El reino de la improvisación

En los últimos tiempos, la política se ha dedicado a concentrar la totalidad de sus esfuerzos, de un modo obsceno, en la eterna construcción de poder. Todos recitan aquello de que la política debe ser la gran herramienta de transformación de las sociedades para progresar, pero no es lo que sucede.

Esa descripción de la política se ajusta mucho más a lo que debería ser que a lo que realmente es. Quienes intentan rescatarla, mejorarla y utilizarla positivamente sostienen que no hay que denostarla y que resulta imperioso apuntalarla para que sus loables objetivos no sean tergiversados.

La tendencia que muestra el presente es que en esa actividad la inmensa mayoría de sus protagonistas trabajan exclusivamente en la tarea de conquistar el poder y acceder a los anhelados puestos de decisión.

Aún los que no disponen de ningún espacio relevante pretenden alcanzarlo y se esmeran en hacer hasta lo imposible para, algún día, finalmente arribar a esa meta. En cambio los que están ahí, los que ya llegaron a esa cima, luchan denodadamente para no desmoronarse, para afianzarse y no ser desplazados jamás por sus adversarios de turno.

La experiencia empírica muestra que la política solo se dedica constantemente a edificar poder y cuando finalmente lo consigue, persiste para sostenerse indemne. La política así no se convierte en una herramienta de cambio, sino solo en un mero instrumento de poder. Es probable que por eso haya caído en desgracia y su descrédito global sea tan significativo.

La otra faceta relevante de la política pasa por darle contenido de fondo, algún sentido a ese gran propósito. Queda claro que si no se obtienen lugares para desde allí tomar decisiones parece improbable influir en la realidad, pero también es cierto que si se llega sin saber qué hacer, el presente tampoco se verá modificado y entonces todo seguirá igual.

Son dos instancias vitales pero también inseparables si se pretende tener éxito. La política debe construir poder, pero también prepararse para gobernar. Sin lo primero resulta imposible impactar sobre el presente, pero sin lo segundo lo previo no tiene mucho sentido. Deben ir de la mano ambas tareas, y por mucho que cueste comprenderlo, el arte de hacerlo bien es poner similares energías en sendas funciones esenciales.

Lamentablemente, por estas latitudes la política solo se ha convertido en una especie de infinita maquinaria electoral, que solo aspira a lograr adhesiones y seducir voluntades que luego acompañen en las urnas. El resto no parece demasiado relevante para la clase política contemporánea.

Abundan historias que demuestran que muchos talentosos que tuvieron la astucia suficiente para ganar elecciones luego ocupan sus puestos, pero no tienen programas para desarrollar y entonces todo finalmente fracasa.

Los bien intencionados aprenden en el camino, y en algún momento de su mandato deciden poner primera con esos proyectos, muchos de ellos endebles, que arrancan como pueden y que rara vez consiguen culminar.

Todo resulta muy mediocre. Existe demasiada gente poco preparada en los gobiernos, abundante cantidad de planes que se implementan a medias y una escasa capacidad para darle consistencia en el tiempo a lo iniciado.

Esta dinámica se repite con matices y variada suerte en diferentes asuntos fundamentales. Nobleza obliga, vale la pena reconocer que en algunos temas específicos se han llevado adelante planes realmente interesantes y de la mano de destacados especialistas, pero no es esa la matriz general.

Si la política quiere recuperar respeto progresivamente precisa salir de su habitual amateurismo e iniciar un camino de mayor formación de sus cuadros y de imprescindible profesionalización.

El problema no solo tiene que ver con los circunstanciales personajes y su ambición mal entendida, que es una característica indisimulable. También es parte de esa tragedia, la ausencia de ideas, la escasa capacidad para diseñar proyectos y la ineptitud para conformar equipos técnicos competentes que permitan viabilizar la concreción de esos sueños.

La política de este tiempo está en deuda con la sociedad. Probablemente porque la misma ciudadanía no lo demanda con la potencia que el tema amerita. Pero tampoco es saludable justificar esa indecente mediocridad endilgándole responsabilidad a quienes no lo solicitan vehementemente.

Es difícil encontrar excepciones a la regla. Con variantes, unos y otros se parecen demasiado y se obsesionan hasta el extremo por alcanzar el poder, pero mientras tanto hacen poco y nada por prepararse para ese momento sublime en el que inexorablemente deberán gobernar.

Los proyectos se esbozan solo para convertirse en eventuales promesas de campaña, en meras consignas proselitistas. Se explicitan siempre de un modo ambiguo, sin precisiones, ocultando sus inconsistencias sin pudor.

Los que dicen amar la política, los que creen en serio que se trata de una noble actividad que puede ayudar a la sociedad a mejorar sus vidas, deberían esmerarse mucho mas y hacer las correcciones del caso.

No se trata de que abandonen sus cuestionables prácticas de rutina de la noche a la mañana, esas que insisten de cualquier modo en alcanzar el poder. En todo caso podrían revisar sus controversiales métodos y optimizar los valores que defienden para conseguir un poco de respetabilidad.

El punto pasa por poner idéntico esfuerzo en construir planes de gobierno, en convocar a los mejores, en abrir la cabeza para diseñar proyectos consistentes que en el futuro, apoyo popular mediante, sean elementos vitales para implementarse en el corto plazo y abandonar esta vieja dinámica que ha convertido a la política en el reino de la improvisación.

Alberto Medina Méndez

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