Photo by Dmitriy Zub on. Pexels.com
DOI: https://doi.org/10.32348/1852.4206.v14.n2
Publicado: 2022-08-31
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En 2021 se cumplieron treinta años del final de la URSS y aunque, a la manera en que Aleksandr Sokurov lo representaba en su película El arca rusa (2002), podemos afirmar que la experiencia soviética es apenas un breve interregno de una experiencia mucho más larga, bien puede servir de excusa para preguntarnos sobre el mundo ruso desde América Latina. Quizás antes que nada debamos objetivar las peculiaridades de ese posible diálogo entre nuestro continente y Rusia, de la que nos separan -además de muchos kilómetros- una serie de brechas culturales profundas entre las que la idiomática no es por cierto la menor; el caso ruso es parte de un universo que muchas veces nos resulta lejano y distante: el de los mundos eslavos, ni siquiera atravesados por los regímenes de exoticidad colonial que han vuelto visibles desde hace varios siglos al mundo africano o al mundo asiático. Sin embargo, y puestos a pensar, más allá de sus múltiples matices, América Latina y Rusia (el mundo eslavo en general) son dos espacios geopolíticamente homólogos en tanto periferias respecto a lo que hace algunas décadas se hubiese llamado con toda seguridad “Occidente” y hoy quizás ya no sabríamos exactamente qué nombre ponerle; no llama la atención entonces que desde hace quince o veinte años presenciemos diálogos mutuos entre ambas regiones, por ejemplo el BRICS a mediados de la década pasada o la cooperación argentino rusa en materia de vacunas Sputnik V durante el año que terminó. Se trata de experiencias sin dudas construidas sobre los sedimentos del internacionalismo soviético y de las peculiares formas de diplomacia e intercambio comentadas por él.
Como consideramos que resta aún mucho por avanzar en materia de estudio sobre los diálogos entre el mundo ruso y el espacio latinoamericano, este dossier se propone incluir tanto estudios que reconstruyan el vínculo entre América Latina y Rusia/ URSS a lo largo de los últimos dos siglos como trabajos que, desde nuestro continente, tematicen aspectos del largo proceso sociohistórico del Imperio Ruso/ la URSS/ la Federación Rusa. 1991. Revista de estudios internacionales, apuesta así a recoger diversidad de enfoques teórico metodológicos, perspectivas disciplinares y recortes temporales y temáticos a través de los cuales se pueda restituir una mirada densa al mismo tiempo que dar cuenta de los objetos complejos y multifacéticos propuestos.
Publicado: 22-08-2022
Dossier: Tan lejos, tan cerca. R
Jorge Sgrazzutti
Ana Teresa Gutiérrez del Cid
Enrique Shaw
Martín Alejandro Duer
Francisco Ignacio Michel
Leandro Gavião, Rafaella Mello
Tobías Ben
La popularidad adquirida por la transitada afirmación atribuida tanto a Frederick Jameson como a Slavok Zizek – “es más fácil pensar en el fin del mundo que pensar en el fin del Capitalismo”- impone reconocer el fuerte impacto de “verdad” que revela y, al mismo tiempo, la intención que oculta.
Sí. Es posible pensar en el fin del capitalismo. Lo que se hace difícil es imaginar el inicio de un mundo revolucionado, habitado y organizado en base a un sistema diferente al sistema capitalista, sea este socialista o vaya uno a saber cómo se llame.
En una sociedad como la nuestra -dominada por un proyecto de exterminio, consagrada a inmolarse para glorificar el Capital-, el discurso del “Otro” absoluto se inscribe en el inconsciente como deseo de muerte
Hoy en día, a quienes habitamos el campo ampliado de la Salud Mental, se nos augura el reconocimiento de nuestra práctica para enfrentar la “megaepidemia” de depresión que nos espera como consecuencia de la pandemia, de las guerras y, sobre todo, del hambre que nos amenaza por los cuatro costados. Desde los Gobiernos hasta la Organización Mundial de la Salud nos invitan a prepararnos para un futuro dónde grandes sectores de las poblaciones estarán deprimidos (y, por lo tanto, empastillados) y donde otros grandes sectores morirán por inanición.
Esa es la propuesta. Eso es lo pensable. Lo imaginable. Un mundo de deprimidos y de miserables.
Eso es lo pensable. Lo imaginable.
Lo impensable, lo inimaginable es una humanidad que diga basta, que eche a andar, y que su marcha de gigantes no se detenga hasta lograr un mundo mejor al que tenemos.1
Es mi propósito, aquí, no solo intentar atravesar el algoritmo narcisista del neoliberalismo que incluye tanto la práctica de la “cancelación” como los valores de la generación Woke2 sino también, aproximarme a los obstáculos que se oponen a imaginar lo inimaginable; esto es, a integrar una comunidad que desafíe la imposición de un futuro condenado a esperar el fin.
Para iniciar ese camino se impone internarnos en el devenir de una subjetividad adocenada e interrogarnos sobre cómo se gestionó el pasaje de una rebeldía indignada a una subordinación resignada. Desde el psicoanálisis, ya se sabe, la respuesta pasa inevitablemente por dilucidar las relaciones del sujeto con el Poder. Porque desde el nacimiento en adelante, la relación del sujeto con el discurso político transita por las marcas que ha dejado en el inconsciente la relación con el gran “Otro”. La constitución de la subjetividad se erige, así, sobre la herida que dejó abierta el desamparo original del bebé frente a la mamá o a los adultos responsables de la vida o de la muerte. La situación de extrema indefensión social, la experiencia de inermidad por la que transitamos, no hace otra cosa que reabrir la marca que el “Otro” grabó en nosotros y, de esta manera, nos predispone, nuevamente, a quedar subordinados al Poder. Así, en una sociedad como la nuestra -dominada por un proyecto de exterminio, consagrada a inmolarse para glorificar el Capital-, el discurso del “Otro” absoluto se inscribe en el inconsciente como deseo de muerte y frecuentemente se expresa a través de acciones destructivas hacia los demás y hacia uno mismo. Ese gran “Otro” incorporado en el seno de lo propio explica la destructividad, pero, sobre todo, la auto destructividad que nos habita.
La indefensión original nos predispone a quedar subordinados a un Poder que exige sacrificios: sacrificios humanos. El Poder exige sacrificios, pero, además, busca el consenso. Y, lo logra. No debemos olvidar que el sistema actual de miseria y exclusión de grandes mayorías, la “globalización” que se impuso junto a la desmesurada acumulación del capital, se llevó a cabo con un alto grado de consenso. Triste es reconocerlo, pero, capturados por el discurso del Poder, toda la sociedad colabora para sostenerlo. Más o menos, a regañadientes o complacientes, queriendo o sin querer, todos contribuimos a reforzar la omnipotencia del Poder. Y el Poder se impuso promoviendo la identificación que liga el deseo a las representaciones mortíferas que el mismo Poder ofrece.
Para salir de ese atolladero alguien plantea una fórmula salvadora, alguien sugiere apelar al amor, al amor a Dios.3
El Papa Francisco propone ampliar a #Love MeeToo, la consigna #MeeToo. “Acaso ¿no es el amor de Dios el que todo el mundo quiere?” Así es que el Papa Francisco se propone lanzar un movimiento que podría tener su sede en el Vaticano dónde se puede solicitar el ingreso sin costo económico alguno ya que “el amor es un regalo de Dios.” Pero sigue siendo necesario que los seres humanos respondan a Dios, recuerda el Papa.
También Freud apeló al amor. Freud reinventó el amor y ubicó su origen en el primer vínculo con la madre. Pero ocurre que Freud introdujo el narcisismo desde el inicio. Y el narcisismo nació con mala fama.
La inclusión del mito griego de Narciso en el psicoanálisis nació con un peso negativo. Arrastró el sentido de esa condición vanidosa y egoísta que se opone al reconocimiento del otro, del amor al otro. En su primera adopción psicoanalítica circuló como esa conducta por la cual un individuo se mira, se embelesa consigo mismo. Y esto fue así hasta 1914 cuando el narcisismo abandonó su condición de fenómeno privativo de la homosexualidad para inscribirse como parte del desarrollo normal, “acto psíquico”, dice Freud4, por el cual, ya no el individuo sino el sujeto da a su cuerpo el trato que “debería” darle al cuerpo de un objeto sexual. No obstante, como manifestación de la libido que, en lugar de dirigirse hacia los demás, se vuelca sobre uno mismo, conservó una cierta proximidad con la tendencia al aislamiento individual. Y la persistente vulgarización del concepto ayudó a conservar un sentido opuesto al amor a los demás.
No fue necesario esperar a Heinz Kohut5 para revolucionar el concepto y reivindicar el status metapsicológico del narcisismo al otorgarle un papel fundamental en la constitución del self. Ya Erich Fromm6 se había encargado de separar el egoísmo del narcisismo recordando que la admonición bíblica “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, implicaba la unicidad del amor.
A pesar de eso, conservando el sentido crítico y criticado de amor propio que le roba el amor al prójimo, el narcisismo dio un salto del psicoanálisis a la sociología. Con La Cultura del Narcisismo Cristopher Lasch7 hizo un aporte significativo a la caracterización de la ideología posmoderna de una época en la que había dado su inicio la ofensiva neoliberal del capitalismo que llegó triunfante hasta nuestros días. Con La cultura del narcisismo (1979) y La era del vacío (1983), Cristopher Lasch y Gilles Lipovetsky abrieron el camino a una avalancha bibliográfica que no se detuvo en el narcisismo digital8 y que mantuvo, siempre, la metáfora narcisística como concepto negativo.
Antes decía que Freud reinventó el amor y ubicó su origen en el primer vínculo con la madre. Pero ese amor fue siempre un amor bifronte. Sea porque quedó superpuesto al odio; sea porque esa pulsión sexual emergió montada en la pulsión de conservación; sea porque surgió como dos corrientes -una cariñosa, otra sensual- son dos corrientes que confluyeron desde el inicio, son dos amores que nacieron juntos y que, alguna vez, fueron un solo amor.
Después, claro está, represiones, inhibiciones, obstáculos, el incesto, hicieron lo suyo y a ese único y doble amor le pasó lo que le pasó: la corriente cariñosa y la corriente sensual comenzaron a circular por cauces separados.
Freud reinventó el amor, pero reinventar el amor va mucho más allá. Supone reparar en una fuerza inevitable y transformadora que nos atraviesa y que se parece mucho a eso que algunos llaman el lazo social; sólo que ese lazo es un vínculo que no solo se juega en el reconocimiento del otro, en la “diferencia” como quiere Badiou9…sino que se inscribe en una historia social que no es otra que la historia de la lucha de clases.
Reinventar el amor supone rescatarlo de su condición de mercancía que circula en el mercado; mercancía que, en el caso del Papa, tiene dueño: Dios y el Estado Vaticano. Porque cuando en el límite entre la ingenuidad y el cinismo como vocero del Papa, Allouch afirma que el amor de Dios es un amor regalado augura, nada más ni nada menos, la entrada gratis al Vaticano como preámbulo de la entrada al cielo.
El amor es aquello que se opone al odio, sí, pero es, también, aquello que se opone al amor totalitario que el Papa remite a Cristo y que el Sistema refiere al equivalente universal dinero. Ese, el amor a Dios que se nos propone, es un amor cautivo, amor arrodillado que, si acaso, regula las migajas reservadas para el amor profano; ese, el amor a Dios, le sirve de substrato, le es funcional al Capitalismo.10
Así como dentro de esta lógica todo lazo social queda subordinado, intermediado por el amor a Dios, todo vínculo queda secundarizado, sometido al dinero, ese objeto máximo, ese operador que no designa cualidad humana alguna, sino que entroniza la condición de poseedor y en su abstracción diluye la historia y disuelve las causas que llevaron no solo a que algunos lo posean y otros no, sino a los motivos que confluyeron para instalarlo y garantizar su vigencia como equivalente universal.
Fue con el ingreso a la cultura dónde ese amor freudiano que se gestó en la infancia con la madre, ese amor material y sensible, fue derrotado y solo recuperado, después, para llevarlo a la victoria a través de la gracia divina, despojado de toda materia sensible.11 Esto es lo que afirma León Rozitchner en Materialismo Ensoñado.
Pero no se trata aquí de apelar a la rebeldía, ni de denunciar el sometimiento que nos propone un poder teológico y estatal que viene de afuera, que oficia de contexto como realidad exterior. El cristianismo triunfó porque logró crear la estructura interior sobre la que se impuso la sociedad de clases. El cristianismo triunfó porque logró instalar en el seno de la subjetividad esa instancia que decide lo que el sujeto experimenta como verdad. El cristianismo triunfó cuando fundó ese espacio íntimo basado en el amor a Dios, sobre el que se construyó el amor al dinero que capturó a su vez, la conciencia teórica del sujeto crítico volviéndolo impotente en su posibilidad de rebelarse y amar. Esto es, volviéndolo impotente en su deseo de transformar el orden del capital y ofreciendo como premio consuelo un racionalismo que solo aspira a reformar la realidad en el plano de lo simbólico.
De modo tal que aquello que comenzó como saber sensible y material del cuerpo en el vínculo con la madre, se degradó a favor de un vínculo espiritual con un poder masculino abstracto que hace caso omiso de la materia sensible y se realiza cuando logra imponer la Ley del Valor sobre los cuerpos. Esto es lo que sintetiza magistralmente Enrique Carpintero cuando introduce el concepto de corposubjetividad.12
“Amaos, amémonos unos a otros”.13 Sí. Pero amémonos unos a otros “porque el amor es de Dios”, dice el Papa. De modo tal, que ese amor al otro solo se legitima cuando se consuma y se consume en la trascendencia divina.
Amémonos unos a otros para contribuir al amor supremo y para olvidar que ese amor circula en un mundo cuya estructura está regida por la propiedad privada y el dinero.
La hipótesis fuerte que introduce León Rozitchner es que la tecnología cristiana, organizadora de la mente y del alma humana, antecede a la tecnología capitalista de los medios de producción
La hipótesis fuerte que introduce León Rozitchner es que la tecnología cristiana, organizadora de la mente y del alma humana, antecede a la tecnología capitalista de los medios de producción; la antecede y la anticipa. Hubiera sido imposible la implantación de la producción económica capitalista si antes la tecnología cristiana no hubiera preparado el sustrato subjetivo. Y, tal vez, no sería arriesgar demasiado afirmar aquí que, no haber tenido en cuenta la subjetividad sobre la que el capitalismo se asentó, ha sido el motivo por el que fracasaron los intentos de construir un sistema socialista.
¿Y la madre?
Lo oculto en la triangularidad cristiana (el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo), es justamente eso a donde Freud fue a buscar el origen del amor: el vínculo materno-filial. Freud lo halló en esas primeras experiencias cuerpo a cuerpo, en esa concordancia de afectos, sabores, olores, recorridos y contacto entre superficies, cavidades húmedas del cuerpo erógeno, sensaciones ritmadas y conglomeradas por la melodía sonora de la voz materna. Relación materno-filial que, pienso, no como vínculo simbiótico sino como reconocimiento mutuo entre dos sujetos.14
La mujer madre fue reemplazada por esa ficción insustancial, asexuada, abstracta. De modo tal que el Espíritu Santo vino a ocupar el lugar de la materialidad sensible de la madre; la cualidad femenina del triángulo fue sencillamente abolida.
¡Materialidad del amor freudiano que desaparece en el mito cristiano!
En el Edipo freudiano el padre aparece imponiéndose a partir de la amenaza de castración, pero el infans, en su asimetría de poder, lo enfrenta imaginariamente. Antes de someterse, desafía la amenaza de castración. En cambio, en la triangularidad cristiana no hay enfrentamiento. La amenaza de castración en el Edipo freudiano se efectivizó en la triangularidad cristiana como castración consumada. Ya no hay más una ley exterior a la cual se pueda desafiar y enfrentar, ahora todo se reduce al sometimiento, todo se reduce a renunciar a cualquier enfrentamiento individual y colectivo a un orden opresor, por amor a Dios.
Lo oculto en la triangularidad cristiana (el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo), es justamente eso a donde Freud fue a buscar el origen del amor: el vínculo materno-filial
De modo tal que Cristo se mete en el cuerpo mismo de la propia vida pulsional y subjetiva e impone el sacrificio obediente de nuestro cuerpo a un sistema que le promete la gracia divina, la vida eterna del espíritu, el reino de los cielos. Tal vez el concepto lacaniano de castración, de sujeto barrado, de operación trascendente para la estructuración del psiquismo y de la inclusión social, devenga, así, en pura descripción antes que en explicación y caracterice muy bien no sólo su eficacia simbólica sino, también, su eficacia en la permanencia del sometimiento a un orden injusto y desigual. Con razón Lila Feldman se pregunta “¿Por qué seguimos repitiendo el término “castración”, enmascarando la verdad de su palabra, como si utilizarla casi como un eufemismo para designar otras cosas, la tornara menos violenta?”15
Ya no hay más una ley exterior a la cual se pueda desafiar y enfrentar, ahora todo se reduce al sometimiento, todo se reduce a renunciar a cualquier enfrentamiento individual y colectivo a un orden opresor, por amor a Dios
No obstante, esa experiencia maternal arcaica nunca desaparece del todo y, a veces, se hace presente atravesando los obstáculos que la explotación capitalista y el dominio patriarcal le imponen, esa experiencia maternal reaparece como pensamiento crítico, como pulsión transformadora que se niega a ser cómplice “de una cultura que deja insatisfechos a un número tan grande de sus miembros y los empuja a la revuelta.”16
Notas
1. Castro, Fidel, “II Declaración de La Habana”, 4 de febrero 1962. Guevara, Ernesto, “Discurso ante las Naciones Unidas”, 11 de diciembre 1964.
2. Haidt, Jonathan; Lukianoff, Greg, La transformación de la mente moderna. Como las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso (The Codelling of the American Mind), Deusto, 2020.
3. El viernes 3 de diciembre del año pasado leí en Oedipe.org. Le Portail de la Psychanalyse Francophone. Laurent Le Vaguerese la carta donde Jean Allouch comparte la iniciativa del Papa.
4. Freud, S. (1914), “Introducción al Narcisismo”
5. Kohut, Heinz, Revista de Psicoanálisis, APA. 26(2), 1969, pp. 371-401.
6. Fromm, Erich, El Arte de Amar, Paidós, 1959.
7. Lasch, Christopher, La cultura del narcisismo, Andrés Bello, Chile, 1979.
8. Lenz Dunker, Christian Ingo, Narcisismo Digital e seus Algoritmos en Jesús Sabariego, Augusto Jobim do Amaral, Eduardo Baldissera Carvalho Salles (coord) Algoritarismos, 2020, pp. 128-140.
9. Badiou, Alain; Truong, Nicolás, Elogio del amor.
10. Rozitchner, León, La Cosa y la Cruz. Cristianismo y Capitalismo (en Torno a las Confesiones de san Agustin), Losada, 1997.
11. Rozitchner, León, Materialismo Ensoñado, Tinta Limón, 2011.
12. Carpintero, Enrique, “Poder y Subjetividad: las formas actuales de control” Revista Topía, Nº 75, noviembre 2015.
13. Nuevo Testamento. 1 Juan (4:7)
14 Benjamin, Jessica, Beyond Doer and Done to: Recognition Theory, Intersubjectivity and the Third.
15. Feldman, Lila. Cicalese, Mercedes, “De-castración”, Blogs, 14/VI/2022.
16. Freud, S (1927), “El Porvenir de una Ilusión”.
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La ocupación intensiva se da en aquellos ciudadanos que trabajan mucho —peor o mejor remunerados, o inclusive nada en el caso de los estudiantes, ya que no siempre está conectada la dedicación con el sueldo— y tienen pocas ocasiones de disfrutar de tiempo de descanso. Hablamos de “intensidad” y no de velocidad, porque no nos […]
Agosto —15: LAS SOCIEDADES HIPERACTIVAS: máquinas o procrastinadores. Por Ana de Lacalle. — FILOSOFIA DEL RECONOCIMIENTO
En términos del comportamiento inexplicable de la población en general en respuesta a la información que nos bombardea a todos, el negacionismo y la aparente hipnosis de colegas, amigos y familiares, la actualización del siglo 21 de Mattias Desmet del trabajo de Hannah Arendt, Joost Meerloo y tantos otros a menudo se cita como el texto más importante para comprender los procesos psicológicos a gran escala que han impulsado gran parte de la locura de la crisis COVID. El Dr. Desmet, profesor de psicología clínica en la Universidad de Gante (Bélgica) y psicoterapeuta psicoanalítico en ejercicio, ha proporcionado al mundo una guía para el proceso de Formación de Masas (Psicosis de Formación de Masas, Hipnosis de Masas) que parece haber influido en gran parte de la locura que se ha apoderado tanto de los Estados Unidos como de gran parte del resto del mundo.
Pero, ¿qué pasa con los procesos psicológicos internos en juego dentro del grupo de formulación de políticas del HHS de los Estados Unidos? El grupo que ha sido directamente responsable de las decisiones increíblemente poco científicas y contraproducentes relacionadas con eludir las normas normales de desarrollo bioético, regulatorio y clínico para acelerar los productos de vacunas genéticas («Operación Warp Speed»), suprimir el tratamiento temprano con medicamentos reutilizados, mandatos de máscaras y vacunas, cierres, cierres de escuelas, división social, difamación y asesinato intencional de críticos, y una amplia gama de asesinatos masivamente disruptivos y devastadores. políticas económicas.
Todos han vivido estos eventos, y se han dado cuenta de las muchas mentiras y tergiversaciones (posteriormente contradichas por los datos) que han sido rechazadas o revisadas históricamente por los doctores Fauci, Collins, Birx, Walensky, Redfield e incluso el Sr. Biden. ¿Existe un cuerpo de erudición y literatura académica que pueda ayudar a dar sentido a la dinámica de grupo y la toma de decisiones claramente disfuncional que primero caracterizó al «grupo de trabajo sobre el coronavirus» bajo el vicepresidente Pence, y luego continuó en una forma ligeramente alterada a través de la administración Biden?
A principios de la década de 1970, cuando el fiasco de la política exterior de la Guerra de Vietnam (trágicamente intensificado) comenzaba a disminuir, un psicólogo académico que se centraba en la dinámica de grupo y la toma de decisiones se vio afectado por los paralelismos entre sus propios hallazgos de investigación y los comportamientos grupales involucrados en el fiasco de la política exterior de Bahía de Cochinos documentado en «Mil días: John F. Kennedy en la Casa Blanca« de Arthur Schlesinger.
Intrigado, comenzó a investigar más a fondo la toma de decisiones involucradas en este estudio de caso, así como las debacles políticas de la Guerra de Corea, Pearl Harbor y la escalada de la Guerra de Vietnam. También examinó y desarrolló estudios de casos que involucraban lo que él veía como los principales triunfos de la política del gobierno de los Estados Unidos. Estos incluyeron la gestión de la crisis de los misiles cubanos y el desarrollo del Plan Marshall. Sobre la base de estos estudios de caso, examinados a la luz de la investigación actual de psicología dinámica de grupo, desarrolló lo que es un libro seminal que se convirtió en un texto central de advertencia para la mayoría de los estudiantes de Ciencias Políticas.
El resultado fue «Victims of Groupthink: A psychological study of foreign-policy decisions and fiascoes» por el autor Irving Janis (Houghton Mifflin Company 1 de julio de 1972).
Irving Janis (1918-1990) fue un psicólogo social del siglo 20 que identificó el fenómeno del pensamiento grupal. Entre 1943 y 1945, Janis sirvió en la Rama de Investigación del Ejército, estudiando la moral del personal militar. En 1947 se unió a la facultad de la Universidad de Yale y permaneció en el Departamento de Psicología hasta su jubilación cuatro décadas después. También fue profesor adjunto de psicología en la Universidad de California, Berkeley.
«Janis centró gran parte de su carrera en estudiar la toma de decisiones, particularmente en el área de actos habituales desafiantes como fumar y hacer dieta. Investigó la dinámica de grupo, especializándose en un área que denominó «pensamiento grupal», que describe cómo los grupos de personas son capaces de llegar a un compromiso o consenso a través de la conformidad, sin analizar a fondo ideas o conceptos. Reveló la relación que la presión de grupo tiene con la conformidad y cómo esta dinámica limita los límites de la capacidad cognitiva colectiva del grupo, lo que resulta en ideas estancadas, poco originales y, a veces, dañinas.
«A lo largo de su carrera, Janis fue autor de una serie de artículos e informes gubernamentales y varios libros, incluidos ‘Pensamiento grupal: estudios psicológicos de decisiones políticas y fiascos’ y ‘Decisiones cruciales: liderazgo en la formulación de políticas y gestión de crisis’.
«Irving Janis desarrolló el concepto de pensamiento grupal para explicar el proceso desordenado de toma de decisiones que ocurre en grupos cuyos miembros trabajan juntos durante un período prolongado de tiempo. Su investigación sobre el pensamiento grupal condujo a la amplia aceptación del poder de la presión de grupo. Según Janis, hay varios elementos clave para el pensamiento grupal, que incluyen:
Observó que:
«Este proceso puede hacer que un grupo tome decisiones arriesgadas o inmorales».
Este libro fue uno de mis libros de texto asignados durante los estudios de pregrado a principios de la década de 1980, y ha influido profundamente en toda mi carrera como científico, médico, académico, empresario y consultor. Ha sido ampliamente leído, a menudo como lectura obligatoria durante los cursos de ciencias políticas de pregrado, y una encuesta de Review of General Psychology (publicada en 2002) clasificó a Janis como la 79ª psicóloga más citada del siglo XX.
Como he considerado las revelaciones proporcionadas por los libros recientes del Dr. Scott Atlas («A Plague Upon Our House: My Fight at the Trump White House to Stop COVID from Destroying America«) y la Dra. Deborah Birx («Silent Invasion: The Untold Story of the Trump Administration, Covid-19, and Preventing the Next Pandemic Before It’s Too Late» «), Me di cuenta de que las ideas proféticas del Dr. Janis eran directamente aplicables a la dinámica de grupo, los comportamientos y la toma de decisiones defectuosa observada dentro del «grupo interno» de liderazgo central del HHS responsable de gran parte de la toma de decisiones extremadamente disfuncional que ha caracterizado la crisis de COVID.
Las ideas de Janis sobre el proceso de pensamiento grupal en el contexto de la toma de decisiones disfuncionales de políticas públicas presagiaron profundamente los comportamientos observados dentro del equipo de liderazgo de COVID del HHS.
«Un alto grado de cohesión grupal es conducente a una alta frecuencia de síntomas de pensamiento grupal, que a su vez son conducentes a una alta frecuencia de defectos en la toma de decisiones. Se han mencionado dos condiciones que pueden desempeñar un papel importante en la determinación de si la cohesión del grupo conducirá o no al pensamiento grupal: el aislamiento del grupo de formulación de políticas y las prácticas de liderazgo promocional».
En lugar de parafrasear sus ideas, a continuación proporciono citas clave de su trabajo seminal que ayudan a arrojar luz sobre los paralelismos entre los fiascos de la toma de decisiones de política exterior que examinó y la mala gestión actual de la crisis de COVID.
«Utilizo el término ‘pensamiento grupal’ como una forma rápida y fácil de referirse a un modo de pensar en el que las personas se involucran cuando están profundamente involucradas en un grupo cohesivo, cuando los esfuerzos del miembro por la unanimidad anulan su motivación para evaluar de manera realista cursos de acción alternativos. ‘Pensamiento grupal’ es un término del mismo orden que las palabras en el vocabulario de neolenguaje que George Orwell presenta en su consternante 1984, un vocabulario con términos como ‘ doublethink’ y ‘crimethink’. Al poner el pensamiento grupal con esas palabras orwellianas, me doy cuenta de que el pensamiento grupal adquiere una connotación odiosa. La invidia es intencional. El pensamiento grupal se refiere a un deterioro de la eficiencia mental, las pruebas de realidad y el juicio moral que resulta de las presiones dentro del grupo.
«Al principio me sorprendió la medida en que los grupos en los fiascos que he examinado se adhirieron a las normas del grupo y las presiones hacia la uniformidad. Al igual que en los grupos de ciudadanos comunes, una característica dominante parece ser permanecer leal al grupo al apegarse a las decisiones a las que el grupo se ha comprometido, incluso cuando la política está funcionando mal y tiene consecuencias no deseadas que perturban la conciencia de los miembros. En cierto sentido, los miembros consideran que la lealtad al grupo es la forma más elevada de moralidad. Esa lealtad requiere que cada miembro evite plantear temas controvertidos, cuestionar argumentos débiles o detener el pensamiento blando.
«Paradójicamente, es probable que los grupos de cabeza blanda sean extremadamente duros con los grupos externos y los enemigos. Al tratar con una nación rival, a los responsables políticos que componen un grupo amable les resulta relativamente fácil autorizar soluciones deshumanizantes como los bombardeos a gran escala. Es poco probable que un grupo afable de funcionarios del gobierno persiga los problemas difíciles y controvertidos que surgen cuando se discuten alternativas a una solución militar dura. Tampoco los miembros están inclinados a plantear cuestiones éticas que impliquen que este «excelente grupo nuestro, con su humanitarismo y sus principios de mente alta, podría ser capaz de adoptar un curso de acción que es inhumano e inmoral».
«Cuanta más amabilidad y espíritu de cuerpo haya entre los miembros de un grupo de formulación de políticas, mayor será el peligro de que el pensamiento crítico independiente sea reemplazado por el pensamiento grupal, lo que probablemente resulte en acciones irracionales y deshumanizantes dirigidas contra nuestros grupos«.
1) Una ilusión de invulnerabilidad, compartida por la mayoría o todos los miembros, que crea un optimismo excesivo y alienta a tomar riesgos extremos.
2) Esfuerzos colectivos para racionalizar a fin de descartar las advertencias que podrían llevar a los miembros a reconsiderar sus suposiciones antes de volver a comprometerse con sus decisiones políticas pasadas.
3) Una creencia incuestionable en la moralidad inherente del grupo, inclinando a los miembros a ignorar las consecuencias éticas o morales de sus decisiones.
4) Las opiniones estereotipadas de los líderes enemigos como demasiado malvadas para justificar intentos genuinos de negociar, o como demasiado débiles y estúpidas para contrarrestar cualquier intento arriesgado que se haga para derrotar sus propósitos.
5) Presión directa sobre cualquier miembro que exprese argumentos fuertes contra cualquiera de los estereotipos, ilusiones o compromisos del grupo, dejando en claro que este tipo de disidencia es contraria a lo que se espera de todos los miembros leales.
6) Autocensura de las desviaciones del aparente consenso grupal, reflejando la inclinación de cada miembro a minimizar para sí mismo la importancia de sus dudas y contraargumentos.
7) Una ilusión compartida de unanimidad con respecto a los juicios que se ajustan a la opinión de la mayoría (en parte como resultado de la autocensura de las desviaciones, aumentada por la falsa suposición de que el silencio significa consentimiento).
8) El surgimiento de guardias mentales autoproclamados, miembros que protegen al grupo de información adversa que podría romper su complacencia compartida sobre la efectividad y la moralidad de sus decisiones.
Es relativamente fácil identificar errores de pensamiento, proceso y toma de decisiones en retrospectiva. Mucho más difícil es idear recomendaciones que ayuden a evitar repetir la historia. Afortunadamente, el Dr. Janis proporciona un conjunto de prescripciones que he encontrado útiles a lo largo de mi carrera, y que se pueden aplicar de manera fácil y efectiva en casi cualquier entorno de toma de decisiones grupales. Proporciona el siguiente contexto para su plan de tratamiento:
«Mis dos conclusiones principales son que, junto con otras fuentes de error en la toma de decisiones, es probable que el pensamiento grupal ocurra dentro de pequeños grupos cohesivos de tomadores de decisiones y que los efectos más corrosivos del pensamiento grupal pueden contrarrestarse eliminando el aislamiento grupal, las prácticas de liderazgo excesivamente directivas y otras condiciones que fomentan el consenso prematuro. Aquellos que toman en serio estas conclusiones probablemente encontrarán que el poco conocimiento que tienen sobre el pensamiento grupal aumenta su comprensión de las causas de las decisiones grupales erróneas y, a veces, incluso tiene algún valor práctico para prevenir fiascos».
Tal vez un paso que podría tomarse para evitar que se repitan más los «fiascos» de la política de salud pública que caracterizan la respuesta nacional y global a la crisis de COVID es exigir la capacitación en liderazgo del Servicio Ejecutivo Superior (al igual que lo dispuesto dentro del Departamento de Defensa), y particularmente dentro del liderazgo del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos. Ya sea que esto se convierta o no en la política gubernamental, a continuación se presentan los nueve puntos clave que cualquiera de nosotros puede aplicar cuando busca evitar el pensamiento grupal en los grupos en los que participamos.
1) El líder de un grupo de formulación de políticas debe asignar el papel de evaluador crítico a cada miembro, alentando al grupo a dar alta prioridad a expresar objeciones y dudas. Esta práctica debe ser reforzada por la aceptación por parte del líder de la crítica de sus propios juicios para disuadir a los miembros de suavizar sus desacuerdos.
2) Los líderes en la jerarquía de una organización, al asignar una misión de planificación de políticas a un grupo, deben ser imparciales en lugar de expresar preferencias y expectativas desde el principio. Esta práctica requiere que cada líder limite sus exposiciones informativas a declaraciones imparciales sobre el alcance del problema y las limitaciones de los recursos disponibles, sin abogar por propuestas específicas que le gustaría que se adoptaran. Esto permite a los conferencistas la oportunidad de desarrollar una atmósfera de investigación abierta y explorar imparcialmente una amplia gama de alternativas políticas.
3) La organización debe seguir rutinariamente la práctica administrativa de establecer varios grupos independientes de planificación y evaluación de políticas para trabajar en la misma cuestión de política, cada uno llevando a cabo sus deliberaciones bajo un líder diferente.
4) A lo largo del período en que se estudia la viabilidad y la eficacia de las alternativas de política, el grupo de formulación de políticas debe dividirse de vez en cuando en dos o más subgrupos para reunirse por separado, bajo diferentes presidentes, y luego reunirse para resolver sus diferencias.
5) Cada miembro del grupo de formulación de políticas debe discutir periódicamente las deliberaciones del grupo con asociados de confianza en su propia unidad de la organización e informar sus reacciones.
6) Uno o más expertos externos o colegas calificados dentro de la organización que no sean miembros centrales del grupo de formulación de políticas deben ser invitados a cada reunión de manera escalonada y deben ser alentados a desafiar las opiniones de los miembros principales.
7) En cada reunión dedicada a evaluar alternativas de política, al menos a un miembro se le debe asignar el papel de abogado del diablo.
8) Siempre que el tema de política involucre relaciones con una nación u organización rival, se debe dedicar un bloque considerable de tiempo (tal vez una sesión completa) a inspeccionar todas las señales de advertencia de los rivales y construir escenarios alternativos de las intenciones de los rivales.
9) Después de llegar a un consenso preliminar sobre lo que parece ser la mejor alternativa de política, el grupo de formulación de políticas debería celebrar una reunión de «segunda oportunidad» en la que se espera que cada miembro exprese tan vívidamente como pueda todas sus dudas residuales y reconsidere toda la cuestión antes de tomar una decisión definitiva.
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IMPULSO PARA TRANSFORMAR EL MUNDO Tres miradas sobre la democracia y su evoluciónLa democracia es un concepto de alto valor reconocido universalmente, tal vez uno de los más importantes de la Modernidad occidental, tal como señala Stephan Lessenich, catedrático de Sociología en la Universidad Ludwig Maximilians de Múnich, en su libro Límites de la democracia. En este dosier te ofrecemos en exclusiva tres fragmentos de tres obras que la analizan desde diferentes perspectivas: además de esta de Lessenich, Democracia sin demos, de la profesora de la Universidad de Rennes I Catherine Colliot-Thélène, para quien pensar la democracia hoy implica desentrañar el sólido vínculo establecido en el siglo XIX entre los conceptos de democracia y soberanía de los pueblos, y Filosofía y democracia: John Dewey, de Richard Bernstein. John Dewey fue un pensador que no conoció barreras entre disciplinas, abarcando problemas de psicología y educación, de ciencia y tecnología, de ética y política, de historia, arte y religión; el filósofo Richard Bernstein hace un análisis sobre su pensamiento y su obra.Sigue leyendo>>¡Descúbrelos todos! La vida de Nietzsche¿En qué contexto insertar sus obras? Vida de un filósofo atormentado por la enfermedad y la incomprensión de sus coetáneos.LEER +Lógica del sentidoDeleuze es difícil de leer, pero esencial para entender la filosofía contemporánea. Analizamos su Lógica del sentido.LEER + Marx, poder y Estado En La filosofía política de Marx, Gerardo Ávalos expone de manera crítica la posición filosófica que Marx edifica desde 1843.LEER +¡En librerías, nuestra nueva revista de papel!Druskowitz El pesimismo empoderado de Helene von Druskowitz.En nuestra revista impresa >>Pensamiento positivo ¡Cuidado! ¿Estas obras son tan inocuas como parecen?En nuestra revista impresa >>Sartre Las dos razones de Sartre: la libertad y el existencialismo.En nuestra revista impresa >>Descubre nuestros #LibrosRecomendados |
Comité evaluador Síntesis nº 12
Silvio Mattoni / Patricia Rotger / Agustín Moreno / Agustín Ramírez / Gabriela Sabulsky
Equipo editorial
Lic. Noelia García, Dra. Carolina Álvarez Ávila, Lic. Florencia Bacchini y Dra. Cecilia Pacella
Publicado: 2022-08-05
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